Fumar es pecado
Fumar es individualista. Y hay que acabar con ello por razones de salud pública, sí, pero también por razones de salud social. Es la intolerable pretensión de anteponer la necesidad privada al interés general.
Fumar no es delito. Como mucho, es una falta que, según y cómo, será sancionable con hasta 100.000 euros, el valor de una hipoteca por la contumacia en saltarse la Ley Antitabaco. Claro que saltarse un límite de velocidad tampoco lo era y ahora puedes ir a la sombra por ello. Es más, negarte a compartir con el guardia el alcohol que corre por tus venas te puede costar un año en la cárcel. Antes nos parecía inconcebible que saltarse las normas de tráfico supusiera saltarse también el Código Penal, pero cuando nuestra sociedad aborregada se acostumbre a cumplir con esta nueva ley, caerá el Código Penal sobre sus cabezas como está mandao. Además, para entonces el texto tendrá la extensión de los Presupuestos y los profesionales del ramo tendrán que llevarlo en un pendrive o en una carretilla.
Fumar es de derechas. Eso dijo Zapatero. ¿Será por eso por lo que quiere prohibirlo? ¿Qué quiere decir que fumar es de derechas? Bien, es una elección personal y, como tal, un acto sospechoso a los ojos de un izquierdista, pero no parece suficiente. El progresismo quiere hombres y mujeres perfectos para una sociedad perfecta. Y allí, los vicios privados, como fumar, están proscritos. Si fumar es de derechas es porque es claramente antiprogresista. Es un pecado en el canon socialdemócrata, junto con beber vino o anunciar hamburguesas.
Fumar es individualista. Y hay que acabar con ello por razones de salud pública, sí, pero también por razones de salud social. Es la intolerable pretensión de anteponer la necesidad privada al interés general, la de aferrarse a valores antiguos frente a otros propios de la modernidad, como la salud o el medio ambiente. Es un acto de rebeldía frente a la autoridad. Por eso la prohibición debe ser absoluta. El fascismo, al fin y al cabo, es una emulsión de la izquierda.
El objetivo de todo ello es que cualquier comportamiento habitual esté fuera de la ley, para que estemos, sin excepción incumpliendo alguna norma. Así, seremos todos malos ciudadanos, y estaremos un poco más a merced del Estado. Como en el sistema de crítica y contracrítica soviético, valdrán las denuncias anónimas de cualquiera que se haya saltado la norma. Menos mal que hemos dejado atrás la dictadura de Franco, ¿eh?
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