Monseñor Blázquez afirmó recientemente estar convencido de que la sociedad vasca y la sociedad española serán generosas con los terroristas etarras si "abandonan las armas".
Bien, con matices y lo que usted quiera, pero ya estamos con la misma mandanga buenista que única y exclusivamente beneficia a los asesinos. No le veo diciendo lo mismo de atracadores, pederastas, estafadores, etc. matizando, por ejemplo, que no es el mismo delito el de quien fuerza materialmente a la mujer violada y el del mamporrero que la sujeta. Es que a parecido punto llegaba monseñor Blázquez con los terroristas: "la justicia debe hacerse" pero "no es lo mismo uno que haya asesinado, que otro que haya informado", categorizando con verbo de entomólogo a los distintos miembros de la banda asesina. Podría interpretarse que la justicia debe hacerse según y cómo: justicia ad hoc, atroz injusticia. La justicia es o no es.
"Oye -dice el informante al terrorista ejecutor-, que entre las 19:00 y las 20:00 el objetivo suele llegar por su casa. Al entrar, o si se te despista la entrada cuando salga, sales de entre los árboles, te acercas y le pegas cinco tiros. Si le acompaña alguien, qué sé yo, su hijo pequeño... no te dará problemas y no tendrás que meterle. Tampoco la que ya será la viuda ni su hija, que saldrán en ese momento a llorar junto al cadáver del padre tirado sobre el charco de su sangre de españolazo fascista. Bueno, para ese momento tú ya habrás salido zumbando con el coche que habréis robado previamente." Y digo yo, ¿no será que hay que dejar al juez estas cosas y olvidarnos de especular públicamente?
¿De verdad tiene necesidad el Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española de hablar de estas manidas repugnancias que no hacen otra cosa que colaborar con la campaña de imagen de los asesinos? ¿Tienen esos tipos de Batasuna/ETA un plus que los eleve por encima del resto de delincuentes? Imagino que no les reconoce ese plus, pero con sus declaraciones hincha el perro de manera lamentable. Mire, me gustaría escucharle decir que una vez derrotados y en la cárcel, serán como el resto de hijos de Dios presos por delitos tan graves. Ni más ni menos. Punto.
Monseñor Blázquez también se ocupa de recordar que su Obispado de Bilbao "fue de las primeras [instituciones] que exigió -¡gran arrojo!- la desaparición de ETA". ¿Hasta entonces no? ¿Hasta entonces no hubo institución que lo exigiera...? Hombre, por Dios. Y al tiempo tendría que reconocer que la Iglesia en el País Vasco tiene a sus espaldas lamentables y frecuentes episodios de cobardía y equidistancia (cuando no peor) en este asunto. Conocemos el percal. Justo es reconocer que algunos sí han dado la cara, pagando por ello alto precio en no pocos casos. Pero no ha sido la tónica general de los presbíteros de las diócesis del País Vasco precisamente. Los responsables de la Iglesia, pecadora como yo lo soy, deben mostrar sus luces, sin duda, pero sin dejar de abjurar de sus sombras.
Resumiendo: la ETA está en las últimas y no tienen justificación sus barbaridades. En consecuencia, en lugar de dejar que se termine su negra historia aplicando sin más ley y policía, monseñor Blázquez acompaña con sus declaraciones esta campaña de brazos tonta e incívicamente abiertos en la que nos ha instalado Zapatero desde 2004 con su buenismo corrosivo de la democracia. ¿En qué quedamos?
En cualquier caso, ¡Feliz 2011!