Una D-ficiencia que puede matarte
Tan vital como seguir estas recomendaciones es divulgarlas. Si esperamos a que lo hagan las autoridades públicas, podemos esperar sentados.
Fue en los años 60 cuando el británico Dr. Edward Hope-Simpson documentó que la mayor incidencia de gripe tiene lugar en los meses del solsticio invernal y los inmediatamente posteriores, un patrón que se cumple en ambos hemisferios. Advirtiendo la correlación que había entre gripe e intensidad solar, llegó a hablar de un "estímulo estacional", y desafió la creencia de que la gripe sólo puede extenderse mediante contagio de persona a persona, ya que sus brotes se producen a ritmo semejante dentro de una latitud dada en poblaciones muy distantes entre sí. Tras publicar múltiples artículos y estudios, Hope-Simpson murió en 2003 sin poder dar una explicación clara sobre aquel "estímulo estacional" del que hablaba. Es lamentable que, a día de hoy, por ejemplo Wikipedia afirmeque no está claro el porqué de la prevalencia de la gripe durante el invierno. Y es lamentable porque especialmente desde 2006 la ciencia ha dado un paso de gigante en cuanto a la comprensión de este fenómeno.
Tengamos presente que la gripe común llega a matar cada año hasta aproximadamente medio millón de personas en el mundo. Pues bien, fue un suceso aparentemente poco relevante en el invierno de 2005 el que cambió por completo el modo de entender la gripe. Fue entonces cuando en el centro californiano de salud donde practicaba el psiquiatra John Cannell un fuerte brote de gripe no afectó a ninguno de sus pacientes en contraste con todos los restantes de aquel centro. Este hecho sorprendente acabó explicándose porque lo distinto de los pacientes de Cannell es que suplementaban una dosis alta de vitamina D, la que generamos cuando nos exponemos al Sol sin protección. Desde entonces, el Dr. Cannell ha consagrado su vida al estudio de la vitamina D y difusión de su importancia. Acerca de la exposición de la hipótesis de la vitamina D para explicar la gripe, es fascinante cómo elabora el caso en un estudio que publicó en 2008 en el Virology Journal con una serie de preguntas retóricas:
- Por qué la gripe ocurre de manera predecible en los meses del solsticio invernal e inmediatamente posteriores, precisamente cuando los niveles de vitamina D caen al punto más bajo en la población.
- Por qué desparece la gripe en los meses de verano.
- Por qué la gripe es más común en los trópicos en las estaciones lluviosas.
- Por qué el resfriado y el tiempo lluvioso asociado con la Oscilación del Sur de El Niño (ENSO, por sus siglas en inglés), que recluye a las personas en sus casas y hace descender la vitamina D, está relacionado con la gripe.
- Por qué la incidencia de gripe está inversamente relacionada con las temperaturas exteriores.
- Por qué los niños expuestos a luz solar tienen menos probabilidad de tener resfriados.
- Por qué el aceite de hígado de bacalao (que contiene vitamina D3) reduce la incidencia de infecciones virales respiratorias.
- Por qué los científicos rusos han encontrado que las lámparas que generan rayos UVB y por tanto vitamina D3 en humanos reducen los resfriados y la gripe en niños y trabajadores de factorías.
- Por qué los científicos rusos hallaron que los voluntarios infectados deliberadamente con un virus debilitado de gripe prosiguen cursos clínicos muy distintos en invierno y en verano.
- Por qué los mayores que viven en países con elevadas tasas de consumo de vitamina D3 como Noruega tienen menos probabilidad de morir en invierno.
- Por qué los niños con deficiencia de vitamina D y raquitismo sufren de frecuentes problemas infecciosos respiratorios.
- Por qué el Dr. Rehman observó que al dar altas dosis de vitamina D3 a los niños que estaban constantemente enfermos por resfriados y gripes estaban de repente libres de infecciones.
- Por qué los afroamericanos, que tienen niveles más bajos de vitamina D que el resto de la población, tienen más probabilidad de morir de neumonía y gripe que los caucásicos.
Un estudio publicado en 2009 en Archives of Internal Medicineconfirmaba las observaciones y deducciones del Dr. Cannell.En este estudio, los niveles de vitamina D3 fueron medidos en más de 19.000 americanos y aquéllos con los niveles más bajos sufrían de modo significativo más casos de gripe y resfriados. En un artículo titulado Cell Defenses and the Sunshine Vitamin publicado en Scientific American en 2007, los autores explican cómo la vitamina D activa múltiples genes en virtualmente todo tejido del cuerpo humano. En particular, la vitamina D3 activa dos genes que codifican unos péptidos antimicrobianos llamados catelicidina y defensina beta 2. Estas pequeñas proteínas actúan como defensas naturales frente a un amplio espectro de virus, bacterias y hongos.
Más que interesante resultó en 2009 el estallido de la gripe A H1N1, que se convirtió en un inesperado banco de pruebas sobre la hipótesis de la vitamina D. Ésta fue la experiencia que el Dr. Norris Glick del Central Wisconsin Center, un centro para personas con problemas de desarrollo, le transmitió al Dr. Cannell (los corchetes son míos):
Dr. Cannell: [...] Central Wisconsin Center es un centro de cuidado permanente de personas con problemas de desarrollo, con un total de 275 pacientes y unas 800 personas dentro de la plantilla. El nivel de serum 25-OHD ha sido controlado en virtualmente todos los residentes durante años y los pacientes han sido suplementados con vitamina D. En junio de 2009, al tiempo que se anunciaron los picos de H1N1 en Wisconsin, dos residentes desarrollaron alguna variante de gripe (ILI, influenza-like illeness), y dieron positivo en los test de H1N1. Uno era un residente permanente, el otro era un niño que se nos había transferido.
Por otro lado, para entonces 60 miembros del equipo desarrollaron bien gripe común o H1N1. Posteriormente otros 43 miembros de la plantilla cayeron enfermos por gripe (unos 12 contrajeron la gripe tras trabajar en la unidad que se habilitó para el niño con H1N1).
Por tanto, es realmente reseñable que de 275 pacientes sólo 2 desarrollaron gripe, y uno de esos dos vino ya con ella, mientras la contrajeron 103 de 800 miembros de la plantilla. Parece [por el orden de los acontecimientos] que la extensión de la H1N1 ha sido desde los residentes hacia los miembros de la plantilla y luego entre éstos, implicando esto que la plantilla era susceptible [no medían su vitamina D ni la consumían], mientras nuestros residentes estuvieron protegidos [pasaron el virus sin afectarles, éstos sí consumían vitamina D y tenían niveles monitorizados].
La Dra. Ellie Campbell leyó aquella misiva publicada del Dr. Glick y creyó que tenía que contar al mundo su experiencia con la vitamina D, así que se la reportó también al Dr. Cannell:
Dr. Cannell: Gracias por la publicación sobre la experiencia del hospital en Wisconsin. Yo he tenido una evidencia anecdótica similar en mi práctica aquí en Georgia. Somos uno de los 5 estados americanos con brote extendido de H1N1.
Comparto consulta con otro médico de familia. Yo mido de manera concienzuda los niveles de vitamina D y se la suplemento a mis pacientes. Él no lo hace. Mi compañero está viendo entre sus pacientes unos 10 casos de gripe semanales.
En mi práctica he tenido cero casos. Mis pacientes son universalmente suplementados con 2000 a 5000 UI de vitamina D para mantener unos niveles de 50-80 ng/ml.
Muy recientemente, en octubre de 2010, el International Journal of Infectious Disease publica un estudio de los doctores Moan y Juzeniene del Hospital de la Universidad de Oslo usando datos de todo el mundo durante el último siglo para reafirmar un concepto dentro del mundo de la vitamina D que ya había expuesto el Dr. Cannell: la inmunidad comunitaria ('herd immunity' por su nombre en inglés). Esto implica que si eres el único en tu familia que consume vitamina D, tu riesgo de contraer gripe es menor, pero aún tienes importante probabilidad de contraer el virus. Si todo el mundo en tu familia consume vitamina D, tu riesgo es inferior. Si todo el mundo en tu barrio consume vitamina D es incluso inferior y así sucesivamente.
En definitiva, lo ideal es mantener los niveles en sangre de 25-hidroxi-vitamina D por encima de 40 ng/ml sin superar los 90-100 ng/ml. Esto se traduce para la mayoría de personas en consumir al menos 1.000 a 2.000 Unidades Internacionales diarias de vitamina D3 –la forma ideal de suplementarla–, especialmente si cabe cuando no es verano. Tan vital como seguir estas recomendaciones es divulgarlas. Si esperamos a que lo hagan las autoridades públicas, podemos esperar sentados. Por último, tengamos presente la siguiente afirmación del Dr. Cannell:
En realidad, existen dos modos de obtener suficiente vitamina D, el Sol o un suplemento con miles de unidades [de vitamina D]. En completa ausencia de ambos, la deficiencia de vitamina D se dará en el 100% de los casos –a no ser que se consuma pescado de agua fría 8 veces al día–. La próxima vez que oigas que todas las vitaminas pueden obtenerse de una buena dieta es que esa persona está desinformada en esta materia.
Ahora sólo queda preguntarte: ¿Qué piensas hacer al respecto?
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