Quizá la principal razón por la que desconfié desde bien pronto de las predicciones apocalípticas del ecologismo calentólogo fue el uso de los ordenadores como futurólogos infalibles. Los climatólogos llevan décadas elaborando modelos informáticos que simulan cómo funciona el clima o, para ser más exactos, cómo los autores del modelo creen que funciona el clima. Dado que no tenemos dos Tierras idénticas, una que podamos tener congelada y otra en la que podemos variar sólo un factor para ver qué pasas y poder hacer así un experimento como Dios manda, tenemos que confiar en herramientas como los modelos. Pero eso no significa creérselos como fueran ciertos, en lugar de tratarlos como las meras hipótesis que en realidad son.
El IPCC, en concreto, se los cree y dice que predicen lo que pasará con certezas superiores al 90% y otros porcentajes igualmente absurdos. Es más: asegura que son coherentes con la historia pasada, que si ejecutamos uno de estos modelos en, pongamos, 1920 nos daría correctamente el clima hasta nuestros días. A primera vista, parece un requisito lógico. Si no es capaz de funcionar con los datos que ya tenemos, ¿quién se va a creer lo que pueda decir sobre el futuro? Y, sin embargo, los primeros modelos, los que existían cuando se aprobó Kyoto, ni siquiera pretendían ser capaces de hacerlo. Y no han funcionado de acuerdo con el clima que hemos tenido desde entonces.
Ahora, un nuevo estudio publicado en el Hydrological Sciences Journal ha encontrado que el IPCC ha mentido también con respecto a los actuales modelos: no se corresponden con las mediciones de temperatura y precipitaciones que sí han tenido lugar. Los autores han estudiado diversos puntos concretos en diferentes lugares de la Tierra, así como el clima de todo Estados Unidos para ver cómo se comportan las predicciones a un nivel más general. Y nada, que no hay manera, que no concuerdan. De hecho, en sus conclusiones duda que un sistema tan complejo pueda predecirse alguna vez con modelos de este tipo.
No sé si llegar tan lejos como los autores del estudio. No son los primeros en decirlo, no obstante. Pero lo cierto es que un modelo que no funcione hacia atrás, es decir, que al ejecutarlo con las condiciones de hace varias décadas no prediga correctamente el clima que ha existido desde entonces, no merece ser tenido en consideración. Porque los modelos no predicen nada más que lo que sus autores han decidido que digan. Y después del Climagate, seguir fiándose de los calentólogos es, por decirlo suavemente, ingenuo. Y ya hasta Hannah Montana ha crecido y se llama Miley Cyrus y fuma hierba.