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Pío Moa

Una universidad degradada

Su agresión a la libertad ajena se acompaña de una ignorancia grotesca y el deseo de permanecer en ella.

Los sucesos del lunes pasado en la Universidad Carlos III constituyen un ataque a la libertad de expresión, por tanto a la democracia, y a la libertad intelectual y al espíritu universitario. No pasarían de anécdota si no se vinieran extendiendo y repitiendo desde hace años, al punto de haberse vuelto "normales", como signo de una universidad anormal, degradada. La moda empezó en las universidades catalanas, a cargo de los nacionalistas, y se ha ido extendiendo por todo el país. Esos nacionalistas son realmente pioneros del fanatismo.

En mis tiempos de estudiante participé en bastantes algaradas, alguna de estas muy sonada, en 1968, impidiendo a Servan-Schreiber, fundador y director de L´Express dar una conferencia en Derecho de la Complutense sobre un libro que había publicado por entonces, El desafío americano. Fue algo realmente vergonzoso, incluyendo la reacción de la prensa progre, como Triunfo, que trataba al ofendido de provocador, al estilo ambiguo con que también daría en los años siguientes respaldo moral a la ETA. Por supuesto, los estudiantes revoltosos de entonces éramos mucho menos demócratas que el franquismo, como lo era toda la oposición real a dicho régimen; pero al menos teníamos una vaga justificación en el hecho de que nos arriesgábamos a sufrir serias sanciones, golpes de la policía, multas e incluso algo de cárcel. Además, hacíamos un esfuerzo intelectual de análisis de la sociedad, sobre presupuestos marxistas o freudianos que hoy sabemos falsos, pero que por entonces gozaban de enorme respeto en casi todos los ámbitos académicos. Los contestatarios de ahora, por el contrario, son subvencionados y protegidos por las autoridades, y en el plano intelectual resultan simplemente irrisorios. Las expresiones y preguntas capciosas que hube de oír el lunes pasado incluían una carta abierta con expresiones tan "chachis" y "científicas" como esta: "El fascismo empieza a ser derrotado desde cada visibilización (sic) de repulsa como la que hoy mostramos aquí". Su agresión a la libertad ajena se acompaña de una ignorancia grotesca y el deseo de permanecer en ella.

Se dirá que son solo una minoría ajena al grueso del estudiantado. Pero también en mis tiempos éramos una minoría y, sin embargo, logramos dominar en buena medida la universidad. Y ahora se está imponiendo una normalidad en plan jaranero y agresivo amparada por autoridades académicas y políticas, que revela otra normalidad más profunda y peligrosa: unas enseñanzas sectarias y fanatizantes, propicias a impedir la expresión de otras ideas por medios típicos del stalinismo. Debemos reaccionar mientras sea tiempo, si no queremos que tales gentes ocupen todo el terreno y terminen expulsando la razón y la cultura de la universidad.

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