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EDITORIAL

Corea del Norte y la paz del mundo libre

Lo peor es que la dictadura comunista norcoreana no se limita a cercenar las libertades y a tener a su población en la miseria, sino que periódicamente muestra su hostilidad a sus vecinos y antiguos compatriotas, como evidencia el brutal ataque del martes

Kennedy utilizó el ejemplo de las dos Alemanias para mostrar cuan distinto destino le esperaba a la gente, por mucho que tuvieran un mismo punto de partida, dependiendo de si disfrutaban de una democracia y una economía de mercado o padecían un régimen comunista, ajeno como tal a toda noción de libertad política y económica. Aun es más elocuente ejemplo de ello el caso de Corea, que continúa separada y enfrentada desde finales de la Segunda Guerra Mundial: mientras la democrática y capitalista Corea del Sur es uno de los países más prósperos y desarrollados del mundo, Corea del Norte es una de las dictaduras más férreas y totalitarias del planeta que somete a su población a recurrentes hambrunas.

Lo peor es que el dictador comunista Kim Jon-Il y su hijo y heredero Kim Jong-un no se limitan a cercenar las libertades y a tener a su población en la miseria, sino que periódicamente muestran su hostilidad a sus antiguos compatriotas, como evidencia el brutal ataque del martes contra la base militar que los surcoreanos tienen en la isla de Yeonpyeong y sus alrededores, que ha causado cuatro muertos, entre ellos dos civiles, decenas de heridos y numerosos edificios destruidos a causa de los incendios provocados por los más de cincuenta proyectiles lanzados.

Recordemos que el pasado marzo, un submarino norcorano ya torpedeó un buque militar de Corea del Sur, provocando la muerte de los 46 tripulantes que llevaba a bordo. La excusa que dio entonces el régimen comunista para justificar el ataque fue una inexistente violación de sus aguas territoriales; la de ahora consiste en considerar "provocativas" las maniobras militares en la isla surcoreana.

A pesar de que entonces no hubo la menor respuesta militar por parte de Seúl y de que la de ahora se ha limitado a responder con fuego de artillería a los ataques que estaba padeciendo, Pyongyang ha proseguido sus amenaza advirtiendo que lanzará sus misiles "sin piedad" contra sus vecinos si no se someten a sus dictados.

Aunque tanto Washington como Seúl vinculan estas provocaciones con los cambios en la cúpula militar norcoreana y con la sucesión del liderazgo a favor de Kim Jong-un, "un tipo muy peligroso e impredecible", raro será que este lo sea más que lo que lo ha sido su sanguinario y enloquecido padre y, sobre todo, no hay que perder de vista el programa nuclear que el régimen comunista no oculta y está apunto de completar. De hecho, el Gobierno de Pyongyang ya ha conseguido desarrollar bombas atómicas en las modernas instalaciones de Yongbyon, aunque aun carece de la tecnología necesaria para ensamblarlas en cohetes de largo alcance.

Bien está que la Casa Blanca trate de que China use la gran influencia que tiene sobre Corea del Norte para enviarle un claro mensaje de que tiene que cesar sus provocaciones. Bien está también que EEUU y Corea del Sur hayan acordado celebrar maniobras militares conjuntas en el Mar Amarillo, para lo cual se desplazarán a la zona cuatro buques de guerra estadounidenses, entre ellos el muy disuasivo portaaviones nuclear estadounidense George Washington. Con todo es mucho más lo que se ha de hacer para impedir que un régimen como el de Pyongyang se dote de armamento nuclear operativo. Ya es triste que seamos condescendientes con la diferencia señalada por Kennedy entre un país comunista y otro libre, pero lo que no podemos tolerar es que la diferencia radique en que uno sabe atacar y el otro no se sabe defender.

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