Antes de las autonómicas catalanas
Nadie, sin embargo, podrá negar "coherencia" a estos partidos a la hora de supeditar los derechos individuales y democráticos a un falso derecho colectivo de Cataluña. Es, pues, la única "coherencia" de estos incoherentes.
El fracaso de Cataluña se reflejará en la alta abstención que habrá el próximo domingo. He aquí una razón de ese fracaso. Salvo un par de excepciones, creo que todos los partidos políticos de Cataluña han mostrado una vez más su rahez y casticismo. Su mortecino y cruel nacionalismo. Esos partidos jamás podrán sacudirse el pelo de la dehesa nacionalista mientras no reconozcan lo evidente: Cataluña no es apenas nada sin España. Durante la campaña electoral se han empecinado sobre una perversidad, a saber, la manipulación sistemática de los derechos democráticos, que son siempre individuales, hasta hacerlos depender de unos inexistentes derechos colectivos, históricos, territoriales e identitarios. Falso. Las elecciones de Cataluña son para votar un parlamento primero, y después un mesogobierno, que forman parte del Estado-nacional español. Son instituciones españolas o no son. Punto.
Sin embargo, esos partidos se han presentado a estas elecciones, una vez más, como si fueran una consecuencia de unos supuestos "derechos históricos" de Cataluña. He ahí el principal engaño de esta campaña electoral: ocultar que el parlamento regional catalán, como el resto de parlamentos autonómicos de España, se forman merced a unos derechos democráticos que otorga la Constitución de España. Hablar de derechos colectivos de Cataluña, se mire desde donde se mire, es un escándalo. Es una forma torticera de seguir alimentando el gran escándalo de Montilla, representante del Estado-nacional, cuando se puso al frente de una manifestación contra el Estado-nacional del que era la máxima autoridad. Esperpéntico. Tan esperpéntico fue el proceder de Montilla y la casta política catalana como el famoso "artículo colectivo" que suscribieron, el pasado 21 de mayo, la mayoría de medios de comunicación de Cataluña contra la Sentencia del Tribunal Constitucional.
Nadie, sin embargo, podrá negar "coherencia" a estos partidos a la hora de supeditar los derechos individuales y democráticos a un falso derecho colectivo de Cataluña. Es, pues, la única "coherencia" de estos incoherentes. Es su asesinato de guante blanco: hacernos pasar unos derechos individuales, ahora y durante toda la etapa del Tripartito, como si fueran dependientes de "la" nación catalana o cosa similar.
No obstante, los votantes no tragan con el engaño y precisamente, por eso, no irán a votar. La abstención se prevé de campeonato; entre otros motivos, sigo la encuesta preelectoral del CIS, porque un 66% no se considera nacionalista, y de los que sentían nacionalistas un 5% se considera aún menos nacionalista que hace cuatro años. Si con esto no tienen bastante para sentir vergüenza los partidos nacionalistas, o sea casi todos los partidos de Cataluña, apunten estos datos de esa misma encuesta: sólo un 37% del electorado se siente más catalán que español o sólo catalán y, además, ha disminuido en un 8% respecto a una encuesta similar del año 2006.
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