Basura política
Eso es, exactamente, lo que me produce la campaña política de Cataluña: repugnancia y hastío.
No me escandalizan los videos pornográficos de los políticos catalanes. Me aburren sus zafiedades. Quien quiere demostrar demasiado, como dijo el clásico, no demuestra nada. Lo peor siempre es el enemigo del mal. La propaganda de los partidos políticos, en Cataluña, ha conseguido eliminar cualquier pizca de pedagogía política para esta campaña electora. Parecería que todos se hubieran puesto de acuerdo para embarrar el ámbito público, pero creo que se trata de algo más grave: quieren matar tanto el espacio público como el privado. Tratan de reducirnos a escoria. Nada. El "ciudadano" ha desaparecido para esta gente; en su lugar, sólo existen máquinas rijosas, reprimidas, a la búsqueda de saciar su hambre con más represión sexual. Y política.
Una vez que el estadito catalán ha reducido el sexo y el amor, últimos reductos de la individualidad, a efluvios y malas babas de putas y golfos pretenden hacer lo mismo con el ámbito público. Y, ciertamente, lo ha conseguido, e incluso lo exportará al resto de España. Los electores en Cataluña son totalmente despreciados. Son menos que basura para los políticos de Cataluña; los electores ya no les sirven a los políticos ni como material de abono de la tierra que pisarán las futuras generaciones de "catalanes". La política ha desaparecido. El nacionalismo ha matado cualquier posibilidad de resolver problemas a partir de una pluralidad de posiciones políticas, o sea, de ciudadanos libres a la búsqueda de bienes en común.
En Cataluña, y pronto en toda España, todo será devorado y deglutido por la chabacanería del infecto nacionalismo catalán en cualquiera de sus versiones escatológicas. Los vídeos propagandísticos hacen un retrato exacto de la miseria política de Cataluña. Todos ellos no constituyen una narración penosa de lo real. Ojalá. Son espejos que reflejan de modo exacto la perversidad política instalada en Cataluña. Los vídeos de los partidos políticos de Cataluña son un asesinato de la política. De la democracia. La prueba de ese asesinato colectivo es que, cuando los periódicos han tratado de narrar algunos de estos crímenes o vídeos, con el ánimo de extraer alguna moraleja, se han encontrado al instante que el vídeo o crimen del partido de al lado era aún peor.
Todos los vídeos son infames. Insultantes. Aunque espero que ofendan a todos, incluso a los más entregados a la causa de estos "partidos políticos", sospecho que no será así. Es la tragedia de Cataluña. Y quizá el drama de toda España. De la "política" en Cataluña, en fin, se puede decir algo parecido a lo que dijo el maestro Paulhan de la pornografía: la narración de un asesinato sexual puede provocarnos algún sentimiento turbio, el detalle de una escena de alcoba nos deja algo de deseo. Sin embargo, "la narración" de diez mil coitos (la misma noche), y diez mil torturas apenas nos producen otra cosa que tedio o asco.
Eso es, exactamente, lo que me produce la campaña política de Cataluña: repugnancia y hastío.
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