Aún no repuesto de la "paliza" –la expresión fue suya– que recibió en las elecciones legislativas, el presidente Obama se ha embarcado en un viaje por Oriente cuya finalidad es lo que, de paso por Indonesia, ha denominado su "proyecto incompleto". ¿Cuál es ese proyecto incompleto se preguntarán ustedes teniendo en cuenta que Obama de momento no parece que haya concluido nada bien desde que llegó a la Casa Blanca? Pues no se trata de acabar con el desempleo, de reflotar la economía o de devolver la solvencia a los bancos. El "proyecto incompleto" es, nada más y nada menos, que estrechar lazos con los musulmanes del mundo.
En Indonesia, la nación musulmana más poblada del planeta, Obama se deshizo en sonrisas ante su homólogo Bambang Yudhoyono mientras se reunían en el palacio de Merdeka, en Yakarta e insistió en que Estados Unidos debe mejorar sus relaciones con el mundo islámico. Aún más encantador se manifestó al reunirse con los musulmanes de la India a los que incluso pretendió mostrar que el yihad no es lo que la aplastante mayoría del mundo islámico cree que es el yihad sino algo diferente.
En un salón de la universidad San Francisco Javier de Mumbai, India, Obama insistió en que el yihad significa muchas cosas, pero que la interpretación que lo ve como una guerra de contenido religioso es minoritaria. Semejante afirmación deja de manifiesto que, como mínimo, Obama ignora que uno de los pilares de la fe islámica es el yihad, precisamente como guerra contra el infiel, pero, exégesis aparte, ha permitido que Kamal Farooqi, un miembro destacado de la Junta pan-india de la ley islámica, lo aplauda. Se trata de un gesto que no produce ningún consuelo en aquellos que saben que Farooqi es partidario de implantar la shariah, castigos corporales incluidos, en la India.
En otras palabras, la gente que, al menos, aparenta estar satisfecha con Obama mantiene una agenda capaz de causar escalofríos en cualquier amante de la libertad. Ciertamente algunos miembros del partido demócrata intentan justificar el viaje del presidente diciendo que estos guiños obedecen a un deseo de encontrar aliados con los que contrapesar a China en Asia. Sin embargo, como era de esperar, los norteamericanos no exudan alegría por las declaraciones de Obama. Más de uno y más de dos ha vuelto a recordar que su segundo apellido es Hussein. Pero cuestiones como ésa aparte, la verdad es que la mayoría de los ciudadanos no entiende por qué ese interés de Obama por llevarse bien con los correligionarios de los terroristas del 11-S y, sobre todo, por qué considera como "proyecto incompleto" las relaciones con el islam y no la mejora de la economía. Estos descendientes de los puritanos son así de antipáticamente prácticos...