En tiempos de Franco hubo ministros del llamado círculo de "tecnócratas" (término despectivo utilizado por los falangistas) con alta cualificación profesional o académica como, por ejemplo, Alberto Ullastres.
González y Aznar supieron, más éste que aquél, rodearse de gente también cualificada. No así el iluminado que desde que llegó a la Moncloa ha hecho ministr@s con un nivel intelectual, no ya académico, que causa vergüenza ajena. Presumiblemente para que nunca le pudieran hacer sombra.
Pero de tal populacho, tales políticos. Es lo que hay. Con más de medio siglo a cuestas, observo a mi alrededor más populacho que antaño: gente zafia, energúmena, maleducada, necia hasta la médula, amoral. Vecinos que no te saludan nunca, niños que asesinan, violan y maltratan con saña a otros niños, tipos que no respetan las normas de tráfico ni por casualidad, adolescentes que vuelcan sus esfuerzos en drogarse y emborracharse al tiempo que no leen un libro ni de casualidad, vecinos que ensordecen la madrugada en días laborales y si les pides educadamente que no hagan tanto ruido te escupen a la cara, energúmenos que se desempeñan por la calle o en los lugares (aulas, oficinas, comercios, bares, ...) como auténticos matones, etc.
La idiocracia imperante está basada en los principios de pasillo y obediencia ciega e irracional.
Nadie con carnet de partida política o sindical debería trabajar en las administraciones públicas, nadie. Deberían pedir excedencia. Igualmente, nadie debería cobrar 2 ó mas sueldos del erario público, nadie.
En una sociedad con nuestro pavoroso nivel de fracaso escolar, mucha gente está encantada con que los que manden sean "de los nuestros", "como nosotros" (ineptos como nosotros)
Hay pocos precedentes, pero hay alguno.
Recuerdo una ministra de sanidad, Celia se llamaba.