Una de las grandes herencias que del franquismo recibió la democracia española son los medios de comunicación públicos y la creencia de que estos deben seguir existiendo como tales. Es cierto que la idea de la existencia de grandes cadenas de radio y televisión estatales no es exclusiva de la dictadura del general Franco. Es un fenómeno que se da en la práctica totalidad de Europa, pero su origen en el caso español no debe olvidarse.
Con la aparición de la red, en casi todo el viejo continente se consideró que era lógico que esas radios y televisiones públicas tuvieran su versión online. Es justo reconocer que en algunos casos se han conseguido sitios web excelentes, siendo el ejemplo la BBC británica. En España, durante mucho tiempo, la presencia en internet de RTVE se limitaba a un sitio poco más que institucional y que no ofrecía contenidos informativos. Ya bajo el Gobierno de Rodríguez Zapatero esto cambió, y ahora la web de la radio-televisión pública española compite, e incluso supera, en calidad a las de sus rivales privadas. Sin duda alguna, esto parecerá motivo de orgullo para muchos, pero debería existir un serio debate sobre si realmente debe de ser así.
Un debate similar sí parece haberse dado en el seno del Gobierno de Holanda. La conclusión a la que se ha llegado parecerá sorprendente a muchos, pero es la más acertada. El Ejecutivo holandés ha decidido cerrar la web de la televisión pública. Los motivos para ello son impecables. Los gobernantes de los Países Bajos han reconocido lo que sus pares de países como Reino Unido, España y muchos otros no querrán admitir: dicho sitio de internet hace competencia desleal a los periódicos digitales.
Efectivamente, los sitios informativos digitales privados (con independencia de que sean sólo de internet o se trate de las versiones online de medios tradicionales) arriesgan sus recursos, como cualquier otra empresa. Sin embargo, dicho riesgo no existe en las web de las radios y televisiones públicas, puesto que no responden a una lógica empresarial tradicional y las pérdidas económicas no tiene para ellas las mismas consecuencias que para el resto. Por eso, su presencia supone un perjuicio para la prensa digital privada, puesto que le resta lectores e incluso profesionales. Ejemplo de esto último es Rtve.es, que tiene como empleados y colaboradores a excelentes periodistas que antes realizaban sus funciones en otros medios y a los que, suponemos, se habrá captado mediante buenos sueldos y condiciones laborales.
Por la salud de los medios digitales es bueno poner fin a las ediciones digitales de los medios públicos. Su existencia no es más que una adaptación a la actualidad de la mentalidad intervencionista de las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, que consideraba que era el Estado quien debía ofrecer radio y televisión (algo en lo que, por cierto, ya habían hecho un gran esfuerzo los sistemas fascistas y comunistas). Puesto que un debate real sobre la necesidad de los medios públicos parece todavía impensable, al menos que se mantenga la red al margen de su esfera de acción. Si en Holanda se ha decidido hacer, también en España se puede cerrar o privatizar las webs de RTVE y todas las cadenas autonómicas.