GabiToma.
Me voy a extender un poco en esta contra-respuesta. Agradezco la paciencia de quien la lea y pido disculpas por no saberla hacer más escueta.
Vamos a ver. De la Carta Encíclica de León XIII, "Immortalis Deis", salvo en la cuestión referente al Santo Padre, en esencia, me da que ningún protestante sincero puede poner objeciones. Retorna nuevamente en ella la cuestión de la Autoridad y la Potestad. De ninguna de las maneras en ella deja de reconocerse la separación de poderes. Valgan estos extractos:
"Por tanto, no es el Estado, sino la Iglesia, la que debe guiar a los hombres hacia la patria celestial. Dios ha dado a la Iglesia el encargo de juzgar y definir en las cosas tocantes a la religión, de enseñar a todos los pueblos, de ensanchar en lo posible las fronteras del cristianismo; en una palabra: de gobernar la cristiandad, según su propio criterio, con libertad y sin trabas."
Subrayo: "las cosas tocantes a la religión" y, "gobernar la cristiandad"
"Dios ha repartido, por tanto, el gobierno del género humano entre dos poderes: el poder eclesiástico y el poder civil. El poder eclesiástico, puesto al frente de los intereses divinos. El poder civil, encargado de los intereses humanos. Ambas potestades son soberanas en su género. Cada una queda circunscrita dentro de ciertos límites, definidos por su propia naturaleza y por su fin próximo."
En este punto creo que no tengo que subrayar nada, está explícito: ¡Hay dos poderes, cada uno soberano en su genero"
"El poder civil tiene como fin próximo y principal el cuidado de las cosas temporales. El poder eclesiástico, en cambio, la adquisición de los bienes eternos. Así, todo lo que de alguna manera es sagrado en la vida humana, todo lo que pertenece a la salvación de las almas y al culto de Dios, sea por su propia naturaleza, sea en virtud del fin a que está referido, todo ello cae bajo el dominio y autoridad de la Iglesia. Pero las demás cosas que el régimen civil y político, en cuanto tal, abraza y comprende, es de justicia que queden sometidas a éste, pues Jesucristo mandó expresamente que se dé al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. No obstante, sobrevienen a veces especiales circunstancias en las que puede convenir otro género de concordia que asegure la paz y libertad de entrambas potestades; por ejemplo, cuando los gobernantes y el Romano Pontífice admiten la misma solución para un asunto determinado. En estas ocasiones, la Iglesia ha dado pruebas numerosas de su bondad maternal, usando la mayor indulgencia y condescendencia posibles."
En este último párrafo que extraigo se vuelve a subrayar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.
GabiToma: Cuando un protestante rechaza el aborto ¿lo hace por una cuestión de opinión personal, de coyuntura, o, porque reconoce en eso una afrenta a Dios? Porque si es por lo primero, queda legitimado legislar la exterminación de seres humanos en función de la disponibilidad de recursos, o de posibles "taras" como ya se hizo en Suecia, Dinamarca, Suiza o Alemania, sí, sí, la eugenesia, que también está en los libros de historia. Y, si es por lo segundo, que barrunto que sí, reconoce una Autoridad superior al Estado. De hecho, uno de los argumentos estrella de los abortistas en países del "tercer" mundo es el recurso material disponible. Dicho de otra manera: ¿A quién se somete la conciencia de un protestante, al Cesar o a Dios? ¿Los separa? Bien, dado que uno de los puntos esenciales del protestantismo es la interpretación personal de la Escritura, es comprensible que unos estén a favor y otros en contra en puntos como éste. En el catolicismo hay, o debería haber, una voz unánime. En cualquier caso, en una u otra confesión, se reconocen dos poderes, uno es Autoridad y otro potestad. Cuando entran en conflicto, hasta un protestante sincero alza la voz, pues reconoce una Autoridad por encima del Estado. Que para el protestante la voz de esa Autoridad no sea un Obispo, sino su conciencia, bien, de acuerdo, pero no por ello deja de reconocer dos poderes, y, en cualquier caso, la conciencia, para los cristianos, no nos es dada por el Estado. Esa es la tesis de León XIII. Por supuesto no tiene por qué aceptarla, pero tampoco puede derivar de ella que la Iglesia Católica no reconoce la separación, eso es faltar a la letra y espíritu de la Carta.
Por alusiones. No creía que mi opinión fuera polémica, pues está contenida en todos los libros de historia. La separación Iglesia-Estado se empieza a pergeñar a partir de la teoría luterana de los dos reinos (uno espiritual y otro mundano) con medios totalmente distintos. No en las 95 tesis, sino en libros como "A la nobleza cristiana de la nación alemana", etc. Por eso las enseñanzas de Suarez encontrarán mayor y mejor acogida en los países evangélicos que en España: allí había un sustrato más favorable (p.e. en Locke o Leibniz).
Además, no yo, sino los propios papas condenan una y otra vez la separación de poderes hasta el siglo XIX: Gregorio XVI en la "Mirari Vos" (1832). León XIII en la "Immorale Dei", Pío X en la ""Vehementer Nos" y Pio XI en la "Dilectissima Nobis". Por no hablar del "Syllabus" de Pío IX (1864), donde se condena incluso el liberalismo.
En fin, para qué seguir...
GabiToma:
Me da que está usted un poco errado en su apreciación sobre la separación Iglesia-Estado. Por no alargarme mucho: El Vaticano no es un Estado donde hay dos poderes, sólo hay un poder, el religioso, pues es un Estado teocrático, no hay un poder civil y otro religioso, luego difícilmente puede haber separación de poderes. Por contra, Inglaterra, donde una variante del protestantismo, el anglicanismo, es mayoritario, es la reina la cabeza máxima de la Iglesia anglicana, es decir, está imbricada en el poder del Estado, habida cuenta que allí la reina no mueve un dedo sino es con el beneplácito del Parlamento.
En cualquier caso, debe usted tener unas 95 tesis de Lutero diferentes de las que tengo yo, porque en ninguna de las mismas se menciona la susodicha separación. Pero voy más allá: cuando Lutero inicia la Reforma, los mismos nobles y príncipes en "alemania" y los países nórdicos, no le prestan apenas atención, pues en palabras de ellos eran asuntos teológicos, cosa que por otra parte era así. La separación de poderes estaba consumada algunos, bastantes, siglos antes de la Reforma. Ni siquiera en tiempos de Isabel la Católica, en España, la Iglesia tenía más poder que el que permitían los reyes. Tan es así, que había dos Inquisiciones, dos Índices, etc. Porque una cosa es adscribirse a una confesión y otra muy distinta la autoridad que pudiera tener la Iglesia como institución. De hecho, influían más en el papado países como Francia, Alemania o España, que al revés, tratando de imponer sus afines. Hubo un momento, en que si mi memoria no me falla, coincidieron dos Papas, el que interesaba a Francia y el que interesaba a los propios estados pontificios.
En fin, eterna discusión para lo de siempre: que reprobable es el catolicismo y que nobles y buenos son el resto de la humanidad. Pues no, hijo, no, lamentablemente nadie está libre de pecado, pero tampoco es cuestión de que para ocultar los de unos, salgan a flote siempre los de los mismos y, menos aún, distorsionarlos en su dimensión.
Nota: Mis impuestos los pago al Estado español, no al Vaticano. Mi vida civil está sometida a las leyes del Estado español, y, en cuanto a mi conciencia, de momento está en régimen de libertad para guiarla según mis convicciones éticas y morales que, como católico, coinciden con las de “Roma”… “¡casualidades de la vida!”. Pero, ése, es un ejercicio de libertad, que aunque a muchos resulte incomprensible, también lo ejercemos los católicos.
Iglesia y Estado separados. Bien no es el debate.
El debate es el odio, que permitió que Cataluña fuera durante la guerra civil del 36 abanderada de la persecución religiosa. Y estos son sus nietos, los de la tolerancia, la libertad y el amor al ser humano.
Alguien debe promocionar eso, luego cuatro p.utas,tres mari.cones, dos tortilleras, algún que otro proxeneta les hacen el juego.
Habría que ver que dirían si uno en un desfile de la desvergüenza mariconil, me resisto a decir gais, les hiciera algo parecido.Y lo más preocupante, si alguien se lo toma a ofensa, la que se puede liar.
GabiToma,
discrepo totalmente. Explícame si no las luchas en la Edad media entre Emperadores y Papas por la autonomía del Papado y la separación del poder Temporal y del poder Religioso. Explícame entonces las reacciones de toda la Uropa protestante a la "Defensio Fidei Catholicae..." de Francisco Suárez que precisamente combatía la existencia de gobernantes por la gracia de Dios. Otra cosa es que ellos NO LO HAN OLVIDADO. Nosotros sí. Otro signo de paletismo.
No, al revés, es esencial en el protestantismo la identificación de (ciudad)estado y poder religioso -ver los calvinistas quemando a Servet- era el rey católico el que era diferente de la autoridad religiosa papal. El Vaticano fue una forma de mantener un pied`à terre temporal para la Iglesia, y sí, entre las paredes del Vaticno, sí hay, como en Inglaterra, identificación entre el poder civil y la representación religiosa
Tiene razón, señor Maestre, es el odium fidei del que tanto habla Juan Manuel de Prada, y la incapacidad por parte de unas mentes viles y mezquinas de llegar a comprender algo tan grande como es la Iglesia. Es inútil tratar de dialogar con ellos, están en otra dimensión.
También creo que hay mucha impostura. En algunos casos estoy de acuerdo con Agapito de que es odio pero en otros se simula para no desmarcarse de la secta o de la línea predominante.
Claro que en ambas actitudes el clero catalán ha contribuido notablemente.
Una cosa es el cristianismo, otra el catolicismo. No son lo mismo. Fue precisamente el cristianismo protestante el que hizo posible la separación Iglesia-Estado. Ahí está la historia. De hecho, el catolicismo aún mantiene la unión de ambos: el Papa es además Jefe de Estado. A cada uno lo suyo.
Vaya, parece que hay que negar lo obvio.
Clemente XIII -como cualquier otro papa- distingue los dos poderes (¡faltaría más!) pero no los separa. Hay está el meollo de la cuestión. A ver, algunas "perlas" de esa encíclica, Immortale Dei (1885):
"De donde se sigue que el poder público por sí propio, o esencialmente considerado, no proviene sino de Dios, porque sólo Dios es el verdadero y Supremo Señor de las cosas, al cual necesariamente todas deben estar sujetas y servir, de modo que todos los que tienen derecho de mandar, de ningún otro lo reciben si no es de Dios, Príncipe Sumo y Soberano de todos. No hay potestad sino de Dios."
-Donde pone Dios, léase Iglesia (católica, por supuesto) y se tendrá la clave del texto.
"El derecho de soberanía, por otra parte, en razón de sí propio, no está necesariamente vinculado a tal o cual forma de gobierno; se puede escoger y tomar legítimamente una u otra
forma política, con tal que no le falte capacidad de cooperar al bienestar y a la utilidad de todos..."
O sea, el sistema democrático es tan bueno como cualquier otro (¡Glups!)
"En la esfera política y civil las leyes se enderezan al bien común, debiendo ser dictadas, no por el voto apasionado de las muchedumbres, fáciles de seducir y arrastrar, sino por la verdad y la justicia; la majestad de los príncipes reviste cierto carácter sagrado y casi divino y está refrenada para que ni decline de la justicia ni se exceda en su mandar...".
O sea, democracia = voto apasionado de las muchedumbres. Vaya, vaya. Y el rey (o Zapatero, ¡no, por favor!) tiene un caràcter sagrado... ¡Socorro!
Y lo mejor viene ahora, cuando critica ya abiertamente la separación Iglesia-Estado, diciendo:
"Según esto, como se ve claramente, el Estado no es sino la muchedumbre, señora y gobernadora de sí misma; y, como se dice que el pueblo mismo es la única fuente de todos los derechos y de toda autoridad, se sigue que el Estado no se creerá obligado hacia Dios por ninguna clase de deber; que no profesará públicamente ninguna religión, ni deberá buscar cuál es, entre tantas, la única verdadera, ni preferirá una cualquiera a las demás, ni favorecerá a una principalmente, sino que concederá a todas ellas igualdad de derechos, con tal que el régimen del Estado no reciba de ellas ninguna clase de perjuicios. De lo cual se sigue también dejar al arbitrio de los particulares todo cuanto se refiera a la religión, permitiendo que cada uno siga la que prefiera, o ninguna, si no aprueba ninguna. De ahí la libertad de conciencia, la libertad de cultos, la libertad de pensamiento y la libertad de imprenta"
Quien quiera oír, que oiga.