La crítica de Aznar sobre la legalización de ETA es tan impecable como oscura resulta la colaboración de su partido con el Gobierno de Zapatero-Rubalcaba para llevar a cabo tal tropelía. He ahí un ejemplo de cómo una crítica política seria y fundamentada puede conducir a la más extremada melancolía. Y es que sin mediaciones sociales e institucionales, es decir, sin genuinas instituciones democráticas, la crítica política puede caer fácilmente por los andurriales de la retórica, o peor, de los grititos del "Pepito Grillo", que termina legitimando, aunque él no lo quiera, la existencia de un partido incapaz de ser alternativa de nada. Aznar también está preso de un sistema de irresponsabilidad organizada, que otros filósofos de la política llaman desgobierno, patrocinada y dirigida por el PSOE y el PP.
En esa desgraciada circunstancia, aunque no sirva de mucho consuelo, diré que no está solo Aznar; son muchas las "agencias" y "agentes" intelectuales y políticos de la sociedad española que están presos de un sistema terrorífico que han impuesto los partidos políticos en general, pero que fue ideado, sigo aquí a pies juntillas a varios maestros de la filosofía política española, por el pacto socialdemócrata. No sólo antiguos líderes políticos, de modo parecido a Aznar, están encerrados en un sinsentido político, sino también intelectuales rigurosos que, a pesar de realizar una denuncia implacable del desgobierno organizado por el PSOE y el PP, no hallan mediaciones institucionales capaces de traducir su crítica en acción democrática.
Lean, por ejemplo, el magnífico de trabajo de Jorge de Esteban y Enrique Gimbernat, titulado Crimen perfecto (El Mundo, 27-10-10), sobre los acuerdos entre el PSOE y el PP para reformar las Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, y comprenderán fácilmente la inutilidad del pensamiento en la España de Zapatero para profundizar la democracia, es decir, para corregir lo que quizá, a estas alturas, ya sea incorregible un "Estado de Partido" que pone por encima de los intereses de la Nación el interés particular de sus elites dirigentes. El trabajo de esos dos autores muestra con absoluta transparencia que el PSOE y el PP no pueden ponerse de acuerdo en lo que es constitucional, pero sí en lo que es inconstitucional. Es el mundo al revés o crimen perfecto.
Muchas son las maneras de explicar, jamás comprender, ese crimen de la democracia, pero hoy me gustaría indicarles la solvencia de un gran pensador español, Dalmacio Negro Pavón, para entender qué esta pasando aquí. Sus libros y ensayos son de lectura obligada para quien quiera emanciparse de lo políticamente correcto. Aquí les dejo una pincelada, especialmente referidas a las diferencias entre el PSOE y el PP, para que se animen a leer a uno de los grandes pensadores de la situación política actual. "¿Hay diferencias sustantivas entre el PSOE y el PP?". He ahí la pregunta que trata de responder Negro Pavón. La respuesta es clara y muy meditada. Lean el primer paso de esa grandiosa meditación. Las diferencias que pueda haber entre ellos son meramente formales: el PP es la derecha del consenso socialdemócrata. Como única "derecha", tiene cautiva una masa de votantes engañada por esa palabra, ¡que el propio PP rechaza, postulándose como centrista!; o sea, como la esencia del reaccionario consenso político. Esa masa, por cierto católica en su mayoría por convicción o tradición –igual que la de los votantes de los otros partidos tolerados–, necesita de un partido que se ocupe de los intereses de España como nación; papel atribuido en teoría a la "derecha", puesto que la izquierda juega al internacionalismo. Así que no teniendo otro partido político al que votar, a fin de subsistir políticamente se acoge sin la menor ilusión al principio del mal menor, que es a juicio de Negro Pavón, en este caso, el mal mayor.
Por hoy es suficiente, otro día, con un poco más de tiempo, les cuento los siguientes nueve pasos que da Dalmacio Negro Pavón para explicar el "crimen perfecto" del que hablan Enrique Gimbernat y Jorge de Esteban.