Yo no sé si la mentira es la primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo, tal y como el gran Jean François Revel llegó a afirmar categóricamente al inicio de su formidable El conocimiento inútil. Lo que sé es que la falsedad deliberada tiene, efectivamente, enorme fuerza y vigencia, tal y como bien ilustra la reciente y repugnante campaña de difamación contra el edil del PP en Leganés, Jesús Gómez Ruiz, a raíz de un encomiable artículo suyo, que publicamos hace ya casi diez años en la Ilustración Liberal, titulado Los principios de la legislación española sobre educación.
En dicho artículo, Gómez Ruiz hacía una espléndida crítica de los empobrecedores y liberticidas principios estatistas que rigen la educación española, al tiempo que desarrollaba una lúcida y argumentada defensa de la tolerancia, de la libertad de enseñanza y del derecho de los padres a decidir qué tipo de educación quieren para sus hijos. En esa misma línea, Gómez Ruiz criticaba que se conceda al Estado la suprema capacidad para decidir los límites de la libertad religiosa, o lo que es una "secta" o lo que constituye una "educación integral" de los alumnos. Para Gómez Ruiz semejante concesión al Estado sería una "entronización del despotismo", tanto como lo sería "desposeer a los padres comunistas de la tutela de sus hijos por pertenecer a la secta más criminal que la Historia jamás haya visto".
Pues bien. Numerosos medios de comunicación, entre los que se encuentran Ahora Leganés, Europapress, Terra noticias, Gente de Leganés o La Voz de Asturias, han afirmado en sus titulares que "un edil del PP plantea quitar la tutela de los hijos a padres comunistas".
A esa repugnante y radical tergiversación de lo escrito por mi añorado y admirado compañero se ha sumado el miembro del PSOE y antiguo vicesecretario general del PCE, Enrique Curiel, con un artículo titulado nada menos que Los nazis del PP, publicado en Diario Crítico. En dicho artículo, Curiel da por ciertas y propaga esas calumnias y califica a Jesús Gómez de "nazi, perturbado o las dos cosas a la vez", al tiempo que le equipara con Goebbels o Göring.
A la vista de cómo Curiel sitúa al liberal Gómez Ruiz en la órbita del nacionalsocialismo –algo que también ha hecho con fotomontajes algún medio de izquierdas, que ha llegado a poner una esvástica nazi en el despacho del edil popular–, muchos pueden preguntarse si el propio Curiel ha tenido la desfachatez de escribir sobre el artículo de Gómez Ruiz sin habérselo siquiera leído. De hecho el propio concejal del PP, en la respetuosa réplica que le hace, pregunta incrédulo a Curiel si lo había hecho.
Sin embargo, el político socialista afirma, en un artículo posterior, sí haberlo leído y, sin desdecirse de lo que de él había escrito anteriormente, pasa a calificar el escrito de Gómez Ruiz de "brillante resumen de las tesis más ultraliberales y reaccionarias sobre la educación pública y privada, sobre la efectividad del principio de la igualdad y sobre el papel del Estado en la educación". Parece claro que para escribir ese segundo escrito contra Gómez Ruiz, Curiel ya se había leído el artículo de marras; entre otras cosas porque el político socialista ya no se atreve a reiterar la calumnia lanzada contra Jesús, y también porque, aunque siga dirigiéndose peyorativamente a él, ya no lo califica de nazi, sino de "ultraliberal".
El problema está en que, al no admitir error alguno en su anterior escrito contra Gómez Ruiz, Curiel tiene la desfachatez de hacernos creer que basta calificar de "ultra" y de "reaccionario" al liberalismo para hacerlo equivalente al nazismo. El problema también está en que no pudiendo refutar lo que Gómez Ruiz había escrito sobre el comunismo –que "es la secta más criminal que la Historia jamás ha visto"–, Curiel y esos "medios de comunicación" arremeten contra el político liberal inventándose lo que este jamás había escrito ni dicho, salvo como muestra de despotismo; esto es, que haya que desposeer a los padres comunistas de la tutela de sus hijos.
Eso de trufar una verdad con una mentira es muy propio, ciertamente, de Goebbels y de los nacionalsocialistas, alumnos aventajados de los comunistas a la hora de aplicar esa máxima leninista de que "la mentira es un arma revolucionaria".
Como la izquierda en general –y no poca derecha acomplejada– ignora las raíces socialistas del fascismo y del nazismo, concluyo recordando que fue precisamente el Dr. Goebbels, ante Hitler y la plana mayor del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, quien recordó en 1937 que "nuestra lucha contra el bolchevismo no es en contra, sino a favor del socialismo". Y ciertamente en esa "lucha por el verdadero y genuino socialismo", los nazis copiaron a los comunistas en innumerables cosas, entre ellas cómo utilizar, además del asesinato, la mentira contra el adversario político. Eso, sin olvidar naturalmente sus semejanzas a la hora de hacer de la educación estatalizada un medio totalitario y despótico para adoctrinar a las masas.