El Sr Rajoy ha estado en la Moncloa en los mejores momentos de España Democrática y Próspera.
Pues algo es algo.
Es un rollo que le llaméis a Rajoy con juegos de palabras desprestigiadores. Casi se convierte en una defensa suya.
Entre los asesorillos de comunicación de zapa, que siguen hablando de engordar el déficit es decir, gastárselo como receta mágica, y los desanimadores del voto al pp nos machacáis. Hacer una buena campaña positiva de propuestas si podéis (esto parece lo que le dice el gobierno a la oposición, pero no es lo mismo)
Rajao tampoco es que se caracterice por su fortaleza de carácter, ideas o compromisos. Cierto que será menos dañino pero tampoco hará lo que se espera de él. El muchas veces desbarrador José María García sí acertó a describir al personaje: "No ensucia pero no limpia".
D: Emilio:
Con ser exacto el panorama que describe, no se si por ignorancia o por voluntarismo -defecto muy extendido y común-, limita usted el problema a la credibilidad -nula- del personaje y a su imprescindible recambio. Sin embargo, para nuestra desgracia, el problema no termina con él, sino que comienza.
Con un mínimo de perspectiva y circunspección que empleara en su análisis, caería en la cuenta que se trata de un problema de credibilidad de España como país y pueblo -no hace falta que se vaya muy lejos, desde Andorra podría percibirlo-.
El manido "Spain is different" sigue teniendo actualidad. No olvide que para gran parte del mundo, la vieja piel de toro sigue siendo un sitio exótico a mirar con atención. Hasta hace bien poco conservábamos el pelo de la dehesa que con gran trabajo fuimos siendo capaces de hacer que se olvidara durante los años de transición. Pero hemos vuelto por nuestros fueros. No crea que en el extranjero se considera tan remota la posibilidad de que volvamos al golpismo de siempre o a matarnos unos a otros como negros (ya se que es políticamente incorrecto, pero me refiero a los Utus y a los Tutsis que además de ser "de color", son negros).
En cuanto a la credibilidad como país y aliado potencial, ya me dirá quién confiará en una panda que cada dos por tres cambia la chaqueta azul por la roja y donde dije digo digo Diego; que se despide del campo de batalla como una criada sin dar tiempo siquiera a rectificar las líneas y que basta un par de negratas en un esquife o un par de llanitos en una patrullera para que nos lo hagamos en los pantalones y paguemos todo lo que nos pidan o nos marchemos con el rabo entre las piernas del patio de nuestra propia casa.
En fin, D. Emilio, no se engañe, este aciago personaje se ha limitado a colocarnos frente al espejo; a mostrar al mundo nuestro verdadero rostro; a enseñarnos que somos solo un proyecto de país -probablemente fallido-; que seguimos en la infancia como sociedad civilizada y que a pesar de nuestro pasado glorioso -o quizás precisamente por eso- somos más o menos como los Griegos y no mucho más que esas provincias Afganas gobernadas por señores de la guerra corrompidos hasta la médula -cambie provincias por Autonomías y Señores por Presidentes Autonómicos y no encontrará demasiadas diferencias-.