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Europa y el caso Wilders

Lo que muestra la historia es que el islam es incompatible con la democracia liberal. No existe un solo país de mayoría musulmana que sea democrático, ni lo ha existido nunca.

doneloys dijo el día 13 de Octubre de 2010 a las 00:28:

No sé que es el islamismo, no hay islam moderado, sí que nay musulmanes buenas personas, lo son en tanto en cuanto son malos musulmanes. El islam lo deja todo muy clarito, hasta la mano con la que te tienes que limpiar el culo, y no admite exégesis (comentarios para interpretarlo), ni adaptación a los tiempos, pues castiga con la muerte cualquier lectura de sus postulados no literal. No tiene solución, sólo aislar en sus países a sus adeptos, impidiéndoles utilizar los nuestros como válvula de escape demográfica que tapa sus contradicciones, hasta que caigan como cayó el comunismo, por convencimiento de lo absurdo de su práctica por sus propios adeptos...

librelli dijo el día 12 de Octubre de 2010 a las 18:58:

Opina,¡genia!l.
¿Y qué nos queda pues por hacer? Como pueblo aborregado que somos podemos sumarnos (si no lo hemos hecho ya) a la Alianza de Civilizaciones y comprender a los musulmanes aunque nos quieran destruír. O tirarnos como borregada a perseguir muslimes a diestro y siniestro. Hemos comprobado en repetidas ocasiones lo fácil que resulta pasar de defensor a látigo de una minoría, todo según nos convenga y según nos manipulen.
Queda la tercera vía, la israelí. Convicción, firmeza, defensa de los propios valores. Sí, Israel, territorio pequeñito rodeado de caimanes defendiendo valientemente la Civilización y la propia supervivencia.

HispanoL dijo el día 12 de Octubre de 2010 a las 13:44:

Ni existirá porque el Corán ordena la imposición del Islam por el terror.

"no podréis escapar de Alá, y Alá será quien afrente a los incrédulos." Corán 9 - 2

"Y a quienes no creen, anunciadles castigo doloroso" Corán 9 - 3

"...Alá ama a quienes lo temen." Corán, 9-4

"Cuando pasen los meses sagrados, matad a los idólatras donde los encontréis. Cogedlos, sitiadlos. Preparadles toda clase de emboscadas." Corán, sura 9, 5.

doneloys dijo el día 12 de Octubre de 2010 a las 12:47:

Las cosas son como son.., me importa un pito lo que progres y progras consideren ultraderechismo (incluso fascismo, algo por cierto que caracteriza a toda la izquierda, y que está en la génesis del propio fascismo, tan lejano y opuesto al liberalismo conservador), o sea, que discusiones terminonólogicas se las dejo todas a los buenistas utópicos de la izmierda.., y a solucionar los problemas reales de la vida, COMO SIEMPRE, la derecha liberal y conservadora, es decir, EL MUNDO REAL, la vida misma...

Opina dijo el día 12 de Octubre de 2010 a las 06:42:

Comparar, que parece ser la obsesión de los adalides de la feroz censura, el recelo que despierta el islamismo entre los europeos y la sana crítica que pone en evidencia que no existe régimen islámico que sea democrático con la persecución que durante siglos se ejerció contra los judíos en toda Europa no tiene pies ni cabeza. El islamismo publicita día tras día sus intenciones ante nuestra cara sin esconderse de nada. Por si no nos diésemos por enterados, de vez en cuando nos demuestra con sangre de qué es capaz. Y si no es con sangre, con amenazas totalmente creíbles que llegan a lo más ínfimo e insignificante, como esa que ha obligado a los dueños de un complejo de ocio de la provincia de Murcia a cambiar el nombre previsto para su negocio -La Meca-, bajo amenaza de ser asesinados. El islamismo ha demostrado durante siglos su intención y capacidad de conquista, dominación y sometimiento de los diferentes. Y no oculta un ápice de su programa de acción ni de su odio, a veces también menosprecio y muchas veces más también racismo, contra las poblaciones, comunidades y sociedades occidentales. Los judíos europeos ni pretendían instaurar su régimen ni cometían atentados con o sin sangre contra nuestras libertades y derechos fundamentales, ni pretendían un estatuto civil diferenciado para ellos ni reclamaban progresivamente la adaptación de las sociedades europeas a sus exigencias o la renuncia a una parte de nuestras libertades más consagradas para evitar molestarles. Y ya sabemos de sobra qué pasa cuando los portavoces de los musulmanes dicen sentirse molestados colectivamente. La civilización occidental es el fruto de un común esfuerzo judeocristiano. Los europeos judíos son tan acreedores de lo que es o ha llegado a ser la civilización europea y occidental como los cristianos y, más recientemente, los ateos o agnósticos. El islamismo proclama abiertamente y sin ningún complejo la superioridad de todo lo islámico, incluidas las personas que profesan dicha fe o creencia, sobre cualquier otro ser humano y modelo de sociedad. El islamismo proclama día tras día, sin tapujos y sin subterfugios, que su meta es destruir nuestro sistema de valores y convivencia al que tilda de corrupto, vacío, inmoral, inferior y no sé cuántas lindezas más. ¿Quién es aquí el xenófobo, el racista o el fascista, pues? Yo creo que está bastante claro ¿no? Porque quienes nos limitamos a denunciar el totalitarismo que está en la base de la ideología islamista y señalamos que en el plano histórico y real no existe ningún país de mayoría social islámica que viva en un régimen de libertades democráticas, estamos hablando de ideologías, de sistemas de creencias, de países, de políticas, pero no estamos atacando a los hombres y mujeres que profesan la fe religiosa islámica. No estamos diciendo que su dignidad humana sea menor que la nuestra ni que sean merecedores de un menor respeto como tales seres humanos. No estamos llamando a su destrucción ni a su marginación, como si hacen los islamistas (que nadie confunda islamista con musulmán, por favor) con nosotros. Cuando nos oponemos al burka, estamos defendiendo que la mujer tiene los mismos derechos sea cual sea su origen nacional, étnico o religioso. Nos negamos a que los seres humanos se vean encasillados de por vida en un estatuto jurídico diferente según sea la religión en la que han sido alumbrados por sus madres. Defendemos el pluralismo a todos los efectos, un pluralismo que también debe ser entendido como libertad y transversalidad de las adhesiones que cada individuo decida, a lo largo de su vida, profesar, adoptar, cambiar, dejar o volver a tomar. ¿Por qué, pues, a nosotros se nos acusa de ser fascistas, ultraderechistas o racistas y, en cambio, a los que proclaman a los cuatro vientos que Occidente y sus ciudadanos son corruptos, inmorales, inferiores, sucios o cerdos son tachados de pobres víctimas de una supuesta campaña xenófoba?

¿Saben qué es lo peor de todo? Lo peor es que en el mismo Islam existen cientos de miles de personas que quieren la democracia, que desean dar el salto a la Modernidad, al Imperio de la Razón, a la Libertad. Y nuestros dirigentes les han dejado solos, abandonados, han abandonado a los musulmanes con los que sí podríamos tender puentes que seguramente nos enriquecerían mutuamente, para someterse a los dictados amenazantes del totalitarismo islamista y del petrodólar que financia madrassas y imanes fundamentalistas. Cediendo ante el islamismo, no sólo renunciamos a nuestras libertades y derechos, sino que también abandonamos a los musulmanes que reclaman modernidad, democracia, igualdad entre hombre y mujer, respeto a las minorías, libertad...

Opina dijo el día 12 de Octubre de 2010 a las 06:12:

Yo no podría haberlo dicho mejor ni de una forma más clara. Totalmente de acuerdo con el artículo. Lo peor de todo no es sólo que se permita que quienes se proponen la destrucción de nuestras libertades y derechos hagan uso extensivo y abusivo de éstos para lograr avanzar hacia su meta. Lo peor es que se expulse del debate democrático a cualquiera que ose cuestionar la versión idílica del islam o advertir que el islamismo es una forma de totalitarismo tan perniciosa como hayan podido serlo el fascismo y el comunismo. Estamos asistiendo a lecturas maniqueas de lo que realmente pasa, a intentos desaforados de establecer una similitud a todas luces disparatada entre los recelos que despierta el islamismo pujante y la censura creciente y el antisemitismo que llevó a casi toda Europa a perpetrar el Holocausto y también la eliminación masiva de otras minorías étnicas, como la gitana. Lo más triste es que si no se permite el debate democrático en libertad, el asunto acabará provocando la frustración de las masas más desfavorecidas de la población autóctona y no habrá demócratas para prevenir y frenar desmanes. Lo más triste es que si se sustrae la crítica hacia el islamismo y, por qué no, también hacia el islam, del debate democrático, acabará siendo patrimonio de la verdadera ultraderecha, de la de toda la vida, de la de siempre, una ultraderecha a la que lo que menos le preocupa es que el islamismo pudiera poner en peligro nuestras libertades; una ultraderecha que guarda más similitudes que diferencias con los islamistas y que sólo se mueve por rasgos tan inútiles para explicar nada como el color de la piel, el origen étnico o religioso. Así pues, quienes dicen querer proteger a los musulmanes que viven entre nosotros de los desmanes que tuvieron que sufrir los europeos de confesión o cultura judía, logran el efecto contrario. Al sustraer del debate democrático la crítica hacia el islam y hacia el islamismo, la cuestión queda reducida a los prejuicios contra las personas y la ultraderecha de toda la vida queda investida en única portavoz de los desajustes, problemas de encaje, conflictos y desavenencias. A mal portavoz encomiendan nuestras inquietudes.