Colabora
Adolfo D. Lozano

Por qué Escocia tiene una salud catastrófica

Debemos exponernos unos minutos diarios al Sol sin protección en verano y consumir un suplemento de al menos 1.000 UI diarias de vitamina D desde el nacimiento. Tu vida y la de tu familia pueden depender de ello.

Que Escocia está a la cola en los principales indicadores de salud dentro del mundo desarrollado es algo que no se le escapa a nadie que mire las estadísticas. Y es que las cifras son contundentes. La mortalidad prematura en el cinturón central escocés que va de Glasgow a Edimburgo no es sólo comparable a la de la antigua Alemania del Este socialista, sino que en la actualidad es la más elevada de toda Europa. En la década de 1988-1998, la esperanza de vida en Escocia era más baja que en cualquier país europeo con la excepción de Portugal.  

Lo cierto es que los científicos han lidiado durante años con estos datos sin poder darles una explicación clara. Ni la obesidad, ni el tabaco, ni la pobreza o el consumo de alcohol han conseguido resultar una clara causa explicativa del fenómeno escocés. ¿Y si durante todos estos años los científicos han pasado por alto un hecho fundamental? Yo creo que sí, y espero que al final usted esté de acuerdo conmigo. 

El Dr. Colin Driscoll, que ha estudiado la radiación solar en distintas partes del mundo, ha comprobado que Escocia recibe la misma radiación UVB que la remota región sueca de Kiruna, más allá del Círculo Polar Ártico. Y precisamente la radiación UVB es la responsable de que nuestro cuerpo sintetice vitamina D. El particular clima escocés hace que esta región reciba por ejemplo la mitad de rayos UVB que una población en su misma latitud como Lund, al Sur de Suecia. Por tanto no debe extrañar que los escoceses tengan el doble de probabilidad de sufrir deficiencia de vitamina D que quienes viven al Sur de Inglaterra. Y mientras los esquimales se proveen de suficiente vitamina D consumiendo a espuertas pescados grasos, los escoceses han reducido notablemente su consumo de pescado durante el último siglo. Durante años los científicos han obviado el factor de la vitamina D para explicar el fenómeno escocés.  

Consideremos el caso del cáncer. En conjunto, la incidencia de cáncer en Escocia es un 16% y 13% mayor que en Inglaterra en el caso de hombres y mujeres respectivamente. En cáncer de pecho, Escocia roza el récord europeo y hasta los años 70 tenía la mayor tasa de cáncer colorrectal de todo el continente. Los estudios internacionales han comprobado una y otra vez que la gente que vive más al Norte y recibe menos Sol tiene un riesgo incrementado de múltiples cánceres. William Grant, antiguo científico de la NASA ahora dedicado al estudio del Sol y la vitamina D, considera que existen 17 tipos de cáncer que responden a esta vitamina. Hay veces que los científicos hacen descubrimientos por casualidad. Fue por ejemplo el caso de un estudio publicado en 2007 en el American Journal of Clinical Nutrition. Los autores querían testar la vitamina D para prevenir fracturas óseas en personas de una media de 67 años. Finalmente, con los resultados en la mano vieron que lo más significativo no era eso sino los datos sobre cáncer que aparecieron: quienes consumieron 1.100 UI diarias de vitamina D tenían un 77% menos riesgo de sufrir un cáncer. Según los cálculos de Grant, la mortalidad en Reino Unido podría reducirse de un 14% a un 19% simplemente si todo el mundo consumiera un suplemento de 1.000 Unidades Internacionales diarias de vitamina D. El Dr. Vieth, de la Universidad de Toronto, cree tras 30 años estudiando la cuestión que la vitamina D puede prevenir el cáncer de pecho hasta en un 80%.

Los datos concernientes a las enfermedades cardiovasculares son igual de descorazonadores para los escoceses. Y es que la población escocesa tiene una mortalidad cardiovascular superior casi a cualquier otra región europea. Sólo los finlandeses superan esta negra estadística. A través de estudios poblacionales considerando estaciones del año, latitud y altitud, en 1995 Robert Scragg fue un adelantado a su tiempo al sugerir que la falta de vitamina D era un importante factor de riesgo cardiovascular. La relevancia de esta vitamina para prevenir y evitar la hipertensión fue expuesta inicialmente por Stephen Rostand en 1997, y años después su idea fue corroborada por varios grandes estudios como el Nurses Health Study o la tercera Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de EEUU. Zitterman, Weber, Vieth y Schleitoff son algunos de los científicos que han explicado cómo la falta de vitamina D anima a la enfermedad cardiovascular, entre otros mecanismos favoreciendo las citoquinas proinflamatorias y la nefasta calcificación arterial. 

Uno tras otro son innumerables los datos que confirman la hipótesis de la vitamina D para explicar el fenómeno escocés. Todos sabemos la importancia de esta vitamina para la salud dental; pues bien, los niños de 12 años escoceses tienen el triple de caries que los del Sur de Inglaterra. Y a nadie debería llamarle la atención que Suecia lidere la estadística europea en cuanto a fracturas de cadera.  

Paradigmático es el caso de la esclerosis múltiple. Y es que Escocia ostenta el récord mundial absoluto en las tasas per capita de esta enfermedad. La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune (en la que el cuerpo se ataca a sí mismo) y neurodegenerativa del sistema nervioso central cuyos efectos incluyen fuertes dolores, espasmos e incluso ceguera temporal. La medicina no conoce cura para la misma. Donald Acheson fue el primero que en los años 60 propuso la teoría de la vitamina D en la esclerosis múltiple, aunque entonces fue ridiculizado. Tras una vida de investigación, en 2004 Acheson expuso con otros científicos en una conferencia en Londres la hipótesis de la vitamina D como una teoría unificante para esta enfermedad. El punto relevante era que la infección desencadena la esclerosis múltiple esencialmente si hay niveles bajos de vitamina D, lo que provoca que el cuerpo ataque a su sistema inmunitario. Pero parece imprescindible que haya baja vitamina D. 

Ryan McLaughlin no es médico ni científico, pues al fin y al cabo sólo tiene 15 años, pero es un pequeño gran héroe. Su madre sufre de esclerosis múltiple en Glasgow, Escocia. Con la voluntad firme de ayudar en lo posible a su madre y a todos los que pueden padecer esta enfermedad, Ryan llegó a la teoría de la vitamina D. A sus 15 años, ha desarrollado una organización a través de internet llamada Shine on Scotland - Vitamin D for All. Ryan ha conseguido movilizar a miles de escoceses incluso con manifestaciones bajo el estandarte de la vitamina D y tiene el apoyo de la Sociedad Escocesa de Esclerosis Múltiple o la escritora J. K. Rowling, célebre autora de Harry Potter y cuya madre murió con 45 años de esta enfermedad. La gesta de Ryan es realmente conmovedora. Se trate del cáncer, enfermedad cardiovascular, periodontal, esclerosis múltiple, osteoporosis, depresión estacional... la tragedia de Escocia nos deja un mensaje claro: debemos exponernos unos minutos diarios al Sol sin protección en verano y consumir un suplemento de al menos 1.000 UI diarias de vitamina D desde el nacimiento. Tu vida y la de tu familia pueden depender de ello.

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