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Alberto Acereda

La previsión del futuro

El GOP cometerá un grave error si no previene el futuro y si no entabla verdaderos puentes con la masa social del Tea Party a fin de presentar conjuntamente al mejor candidato posible a la presidencia en 2012 (Sarah Palin, Newt Gingrich, Jim DeMint...).

Señalaba Ortega en su capítulo La previsión del futuro que comprendemos históricamente una situación cuando la vemos surgir necesariamente de otra anterior. Eso es, con las requeridas prevenciones, lo que hoy podemos aplicar también al caso de la política norteamericana. El actual momento histórico que vive Estados Unidos, y al que me referí en mi última columna, surge de otro anterior. Porque el empuje que representó la revolución de Ronald Reagan en los años ochenta respondió a varias décadas previas de paulatino crecimiento del control gubernamental sobre el ciudadano y que culminaron en la patética presidencia de Jimmy Carter.

De aquello surgió Reagan y tres décadas después, la actual revolución popular de los Tea Party contra la agenda política de Obama-Reid-Pelosi recoge muchos de aquellos valores de Reagan, aunque con algunas diferencias. Cabe señalarlas para no confundir las cosas y para prevenir posibles errores de cara al futuro.

La revolución de Reagan tuvo como figura central la persona del propio Reagan. Él encarnó dicha movilización, rehaciendo y comunicando de forma ejemplar los valores liberal-conservadores innatos en el pueblo norteamericano: aquellos principios que ya Barry Goldwater había expuesto en su vida política y resumidos someramente en su libro de 1964 The Conscience of a Conservative. Cierto es que Estados Unidos no tiene desgraciadamente hoy ningún Reagan, pero sí una masa social consciente de la imperiosa necesidad de recuperar esos valores.

Sería un error confundir el hecho de que el Tea Party apoye a candidatos republicanos con el que dichas movilizaciones sean totalmente favorables a las políticas del Partido Republicano. Más bien, lo que hay en el espíritu del Tea Party es un honesto rechazo a la invasión del Gran Gobierno en la vida del individuo. Los dardos van contra Obama-Reid-Pelosi, pero tampoco en el seno del Tea Party hay demasiada alegría frente al club de políticos de profesión existentes en el bando republicano: los llamados RINOS, "republicanos sólo de nombre". De hecho, son muchos los norteamericanos que han roto sus carnés de afiliación de uno u otro partido y están enviando dinero de apoyo a candidatos concretos apoyados por el Tea Party.

Lo anterior demuestra que no estamos asistiendo a un ascenso del Partido Republicano como tal, sino al reclamo de los valores liberal-conservadores que se exigen a sus candidatos por parte de la amplia masa de la ciudadanía encarnada en el Tea Party. Cabe preguntarse entonces si su objetivo es crear en el futuro un nuevo tercer partido o intentar rehabilitar el GOP y devolver a éste los valores que en su día lo hicieron grande de la mano de líderes como Reagan. Éste mismo insistió en la inutilidad de crear un tercer partido dividiendo el voto de la derecha política. Reagan convenció a los norteamericanos de que había que unir fuerzas frente al Gran Gobierno y revitalizar el GOP. Así es como ganó: sobre principios y sin plantar escisiones de partido.

En la previsión de ese futuro, el peligro que uno observa ahora es la posible aunque no deseable división de la derecha norteamericana una vez que pasen estas elecciones intermedias que, sin duda, se decantarán para los republicanos. En 1992 vimos ya el fracaso que para la derecha política supuso la creación de un tercer partido, el de Ross Perot, dividiendo votos que iban a Bush padre y otorgándole indirectamente el triunfo al Partido Demócrata, con el joven Bill Clinton como beneficiario.

Pese a todo, la masa ciudadana del "Tea Party" no va a aguantar más "centristas" profesionales en Washington y el GOP está tardando demasiado en darse cuenta de esa realidad. Lo que desde el Tea Party se busca es que sus políticos representen verdaderamente al pueblo y protejan los valores constitucionales en línea con políticas nítidas a favor del gobierno limitado, de la responsabilidad fiscal y, en suma, de la libertad individual. El pueblo quiere frenar la locura obamita: la ampliación astronómica de la deuda nacional, el imparable aumento del presupuesto, los privilegios en el Congreso, el estado de inseguridad en las fronteras, el caos económico, el desempleo, la socialización de la sanidad...

Tengo para mí que las elecciones de este noviembre van a resultar un varapalo mayor para la izquierda norteamericana, o sea para Obama y para el Partido Demócrata. Es posible que Reid y Pelosi pierdan las mayorías en una o incluso en las dos cámaras en el Congreso, dejando a Obama en situación crítica. Sea cual sea el resultado, seguirán quedando por delante dos años más hasta las presidenciales de 2012. El GOP cometerá un grave error si no previene el futuro y si no entabla verdaderos puentes con la masa social del Tea Party a fin de presentar conjuntamente al mejor candidato posible a la presidencia en 2012 (Sarah Palin, Newt Gingrich, Jim DeMint...). No hacerlo sería darle una innecesaria e inmerecida ventaja a un Obama cada vez más venido a menos.

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