A mi, Zapatero, me recuerda a esos niños pijos, adinerados, a los que los gamberros del barrio, de la discoteca, acogen en el grupo para que les pague la consumición, la raya de coca y los lleve a las fiestas en el porsche. A cambio, los gamberros, más listos que él, lo encumbran con alagos; se ríen de sus patéticos chistes, a los que por supuesto apostillan siempre con un: "este tio es la monda". Zapatero es el que se pavonea con su señora en el rastro "nacionalista" como cantaba Patxi Andión:
"Si usted quiere ser macho
Le dejamos vencer
Y si usted regatea
Le seguimos también
Usted salva su facha
Delante su mujer
Y al final si podemos
La engañamos también.
...
"Si usted quiere engañarnos
Nos dejamos de nen
Usted salva su ego
Y nosotros la piel
Usted se va contento
Y nosotros ya ve
Nos pagamos la cena
Con el ego de usted"
Esa, creo, es la "cualidad" de Zapatero: un ego desproporcionado. Del que simplemente están sacando tajada los medios de comunicación, los nacionalistas, los sindicatos y los titiriteros. Zapatero no tiene ninguna capacidad de enfrentarse a nada. Zapatero simplemente cuenta con una "guardia pretoriana" que lo mantiene en la poltrona en tanto en cuanto satisfaga la ambición de unos y otros; y, para ello no duda en despojar a España no sólo del dinero sino de su historia, de sus costumbres y de su potencial humano, que no es sino el anhelo nacionalista.
Pues yo estoy de acuerdo con Vd.. Rajoy no vale ni para tomar por... saco. Le considero mas nefasto para España que a Zetaparo. Es una perfecta nada de nada. En mi familia, no pensamos votarle ni a el ni a Gayardón.
Disiento, en parte, de mi estimado Agapito. El iluminado no es un patán de tres al cuarto. Cierto. Pero tampoco es persona que destaque mínimamente en el orden intelectual y su cultura es más bien ridícula. Es un tipo astuto, que sabe jugar sus bazas (que son muy pocas) pero que está amparado por un emporio mediático enorme. Esa es su fuerza y también el hecho incuestionable de que buena parte de la sociedad española está embrutecida moral e intelectualmente.
El iluminado, en un país con una sociedad más vertebrada, pudiera haber ganado una elección pero no más. Como le pasará a Obama, que al año tan sólo de ostentar al poder ya rebajó sustancialmente su popularidad. Y ahora, tras dos años, su impopularidad se acrecienta por momentos.
De aquí a dos años pueden ocurrir muchas cosas y, por desgracia, no hay que dar por finiquitado al personaje. Máxime porque aún sigue contando con el emporio mediático, la sociedad no ha cambiado sustancialmente y enfrente tiene al más endeble rival que imaginarse alguien pudiera.
El universo mental de Rajoy no sale de los límites de la perspectiva funcionarial de aspirar a una promoción de puesto. Espera promocionarse del puesto de jefe de la oposición al puesto de presidente del gobierno, porque se supone que este último es de más categoría que el primero. En esta forma de pensar no hay ninguna conexión con lo que es el conocer un país y gobernarlo. En ese aspecto, la cabeza de Rajoy se encuentra completamente vacía. No es que no se pronuncie sobre las cosas por un exceso de prudencia o de cálculo electoralista. No se pronuncia sobre los diferentes problemas de la sociedad española simplemente porque no tiene nada que decir. Y no tiene nada que decir porque no le importa