Don Adolfo, leo con interés todos sus artículos, pero no estoy muy de acuerdo con lo que Vd. expone aquí.
Creo que, tal y como está montado el "complejo estatal-sanitario" del planeta, es muy dificil eludir las malas -y a veces buenas- consecuencias de la centralización y estatalización sanitaria. No creo que se puedan achacar los fallos inherentes a tal sistema a las compañías farmaceúticas, que bastante dificil lo tienen investigando y produciendo sometidas a hiperregulación. La coincidencia de personas en instituciones y en compañías farmaceúticas es casi inevitable, dada esa hiperregulación, si no es ya suficiente la alta especialización de esos técnicos.
La epidemia de enfermedades de la civilización que Vd. teme tanto no es comparable a lo que sería una pandemia vírica: no olvide Vd. lo que fué la llamada "gripe española", que mató más gente entonces que la I Guerra Mundial. Pienso que, desgraciadamente, es sólo cuestión de tiempo que tengamos una pandemia similar, para la cual serán escasos todos los antivírales que podamos producir. El mundo se ha globalizado para lo bueno y para lo malo, también para virus y bacterias. El experimento masivo está ahí, en ese revuelto de poblaciones humanas y viricas hasta hace nada separadas.
Es muy dificil que un organismo con las responsabilidades de la OMS, sometido a tantas presiones, hubiera decidido otra cosa. Los funcionarios que componen ese organismo tienen un alto incentivo para "cortar por lo sano" y dar la alarma, cuenta más su responsabilidad y temor ante una posible pandemia que los seguros altos costes económicos desencadenados al declararla. No es necesario pensar en "conspiraciones", basta comprender la lógica del complejo estatal-sanitario mundial, sus virtudes y sus vicios inherentes. Lo que toca es pensar alternativas viables a ese sistema.
Por cierto, no hubo experimentación alguna con "material de guerra repleto de uranio", si tal se considera la munición perforante normal del cañon de 30mm del A4, rellena, por su baratura y elevada densidad, de uranio empobrecido. Exposición innecesaria e imprudente a tal material puede, pero ¿experimento?
Un saludo.
Vendeano.
Sobre las malas prácticas de las farmacéuticas anteponiendo sus intereses comerciales a la salud pública hay múltiples publicaciones contrastadas. Por citar una obra, te recomendaría 'The Truth about Drug Companies: How they deceive us and what to do about it' de Marcia Angell, nada menos que antigua editoria jefe del 'British Journal of Medicine', la revista científica británica más importante junto con 'The Lancet'. En julio de 2010 escribí en Libertad Digital cómo la industria farmacéutica intenta ocultar y manipular estudios con tal de medicalizar cualquier condición sin parecer importarle demasiado los efectos secundarios, incluso la muerte ('Death by Prescription', del Dr Ray Strand), en ese caso a propósito de los antidepresivos. Anteriormente hablé también aquí de cómo se ha creado una falsa hipótesis del colesterol y las grasas para mantener una industria millonaria para las farmacéuticas y que éstas sostienen so pena de reducirse sus beneficios económicos y al margen de los beneficios reales en salud para la población: las estatinas. La denuncia de esas malas prácticas farmacéuticas, obviamente a sabiendas y sin pudor a la hora de malograr nuestra salud, seguirá en próximos artículos, aparte de que en el blog Juventud y Belleza encontrarás diversas referencias.
Obviamente una supuesta pandemia viral no es lo mismo que la epidemia de inflamación en la población. La cuestión sigue siendo por qué no se nos advierte sobre el poder tan deletéreo de esos hidratos de carbono o esas grasas vegetales. Sigue siendo tabú decir que los cereales no son muy saludables, pero la mantequilla sí. Ah, ¡el poder de los intereses!