Microsoft tampoco ganará la guerra de los smartphones

Hace ya unos años escribí por aquí que Microsoft había perdido la guerra de los navegadores. Ayer mi hijo me dijo que Tuenti "es de Firefox", porque hay muchas cosas que no funcionan con Explorer.

Para entender lo que significa esto, hay que recordar que hace cinco años ningun desarrollador podía permitirse el lujo de respetar los estándares e ignorar las peculiaridades de Explorer. O hacías páginas solo para Explorer, o hacías páginas con varias versiones. Si hoy Tuenti funciona igual o mejor en Firefox es porque Firefox ya ha ganado la guerra de los navegadores. No ha sustituido a Explorer como navegador hegemónico, pero rompió su abrumador predominio y ahora los usuarios podemos elegir entre opciones diversas y los desarrolladores pueden limitarse a hacer una sola versión que cumpla los estándares.

Ahora Microsoft intenta evitar la derrota en la guerra de los sistemas operativos para móviles, pero ya es demasiado tarde.

En 2007, el año en que Apple lanzó el iPhone, Microsoft tenía una parte importante del mercado, que se repartía con Blackberry y el Symbian de Nokia. Ahora, apenas tres años después, el panorama es muy distinto. Symbian está de capa caída, pero tiene mucho recorrido para seguir siendo el número uno a pesar de perder usuarios a chorros. Blackberry se mantiene, gracias a que es la opción por defecto en entornos corporativos. El tercero, y creciendo, es ahora el iPhone. Y Android, que está creciendo a velocidades de vértigo, también ha superado a Windows.

La apuesta de Microsoft es una nueva versión de sus sistema operativo, que se llamará Windows Phone. El problema es que no hay lugar para él en el mercado. ¿Entornos corporativos? Blackberry los tiene bien sujetos. ¿Teléfonos pijos? Es imposible superar al iPhone, o a los modelos superiores con Android. ¿Los baratos y prácticos? Nokia todavía tiene una posición importante, y Android se vende muy bien y no obliga a los fabricantes a pagar licencia.

Microsoft no ha sido capaz de reaccionar en estos tres años, y ahora ya es demasiado tarde. Igual que perdió la guerra de los navegadores, ha perdido la guerra de los smartphones.