Mientras Obama acaba de nombrar el cuadragésimo primer zar de su administración para combatir las carpas en los grandes lagos, el pueblo norteamericano recuerda estos días con dolor el noveno aniversario del mayor atentado terrorista contra este país. La fecha llega en medio de una polémica sobre "coranes" por quemar y "mezquitas" por construir. Llega cuando cada vez son más los ciudadanos que sufren la incompetencia de Obama en varios frentes, particularmente en el económico. El aniversario llega después de que se nos metiera con embudo una ley de sanidad que, a menos que sea revocada, aumentará más el ya inaguantable déficit nacional. Y llega cuando el norteamericano de a pie se siente engañado por un Gobierno federal que se dedica a perseguir más a sus propios ciudadanos (los ataques contra Arizona así lo prueban) que a los terroristas que siguen haciendo daño a este país.
Nueve años después del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos va derivando hacia una de sus situaciones más caóticas en las últimas décadas. Las torres gemelas fueron trituradas y miles de norteamericanos fueron masacrados por terroristas islámicos que asesinaron en nombre de su religión, esa que llaman de la paz... Pero para Obama, la guerra global contra el terror ya no existe; todo es ahora una "Operación de Contingencia en el Exterior". Obama no viaja el 11-S a Nueva York pero defiende que allí, en esa misma Zona Cero, se construya una inmensa mezquita. Y al imán que la dirigirá, Feisal Abdul Rauf, el gobierno norteamericano le paga con dinero público un viaje a Oriente Medio.
En otra columna escrita hace unos días con Newt Gingrich ya expusimos nuestro rechazo a la construcción de esa mezquita en dicho lugar pese a que legalmente cuenten con el derecho para construirla. Otra cosa es que acabe teniendo realmente el dinero para ello. El libre mercado así lo permite, aunque hay cosas que pueden resultar legales pero que no son apropiadas y que incitan a la provocación. En Nueva York existen ya más de cien mezquitas. Al margen de que la ley islámica de la sharía que defiende el imán Rauf no es apropiada ni en Estados Unidos ni en ningún lugar donde impere la libertad, cabría indagar de verdad en los lazos terroristas que financian la construcción de dicha mezquita, los nombres de Hisham Elzanaty o Sharif El-Gamal y sus conexiones con grupos de probado apoyo terrorista como la "Holy Land Foundation".
Porque si legal es construir esa mezquita en la Zona Cero, legal es también que este 11-S el "pastor" Terry Jones, de la minúscula congregación "Dove World Outreach Center" de Florida, quisiera quemar varios ejemplares del Corán para conmemorar los ataques terroristas del 11-S. Sin embargo, pese a la legalidad del acto y al que a Jones le ampare el inalienable derecho constitucional a la libre expresión, esa quema resulta inapropiada y provocadora: es un error llevarla a cabo. La quema de esos libros, como la construcción de la mezquita podrán ser ambas legales pero son indignantes. Una y otra son actos inapropiados y provocadores que faltan al respeto. Quizá por eso, el tal "pastor" Jones decidió no seguir adelante con su proyecto.
Lo que resulta incongruente es defender el derecho a hacer una cosa pero no la otra, como ha hecho públicamente Obama. Porque el presidente y su cortejo de medios y agencias afines no han perdido ni segundos para desplegar toda su fuerza hasta Florida y contrastar la idea idiota de este "pastor" cristiano con la supuestamente bondadosa visión del imán Rauf de construir una mezquita en la Zona Cero. El objetivo de Obama y la progresía no es otro que jalear mediáticamente al imán y denostar al "pastor", mostrar al mundo que la maldad de aquellos terroristas del 11-S resultó algo excepcional y que en el lado cristiano hay también una alta dosis de locos y pirómanos.
El imán de la mequita, Rauf, a quien siguen millones de personas, es visto por Obama y sus babosos mediáticos como hombre de bien. No importa que Rauf se niegue a condenar los atentados de los terroristas de Hamás o que culpe a Estados Unidos como causa del 11-S. Por otro lado, el insignificante "pastor" Jones es presentado por Obama y sus medios como hombre de mal aunque tenga razón al culpar al terrorismo islámico por los atentados del 11-S. Así, Obama y sus reporteros se ceban hipócritamente con el cristiano y enaltecen al musulmán.
Lo justo sería señalar que en este 11-S resulta tan inapropiado quemar coranes en Florida como insistir en construir una mezquita en la Zona Cero. Y lo justo sería señalar también que entre los elogios al imán Rauf y los ataques al pastor Jones por parte del propio Obama, el presidente parece olvidar que en mayo de 2009 su propia administración obligó al ejército norteamericano a quemar un lote de Biblias enviadas a Afganistán para evitar ofender la sensibilidad de los musulmanes en aquel país...
Traigo aquí a colación y comparativamente esta polémica para mostrar el peligro de perder de vista la realidad: mientras los escasos y únicos cincuenta seguidores de la congregación de Florida no iban a pasar de quemar el libro islámico sagrado, por mal que eso resulte, los seguidores de la sharía en la que cree Rauf siguen planeando construir la mezquita en un edificio tocado la mañana del 11-S hace nueve años. El imán amenaza diciendo que de no construirse la mezquita habrá más atentados terroristas contra Estados Unidos... A nueve años ya de la masacre humana del 11-S, sólo en los últimos meses hemos visto terroristas en aviones en Detroit, coches bomba en la Times Square, matanzas de inocentes en Fort Hood... y todo por obra del terrorismo islámico infiltrado ya en Estados Unidos.