Muy interesante y muy bien fundamentado artículo, don Jose Antonio.
No sé que dirá la ley de otros pagos, no ya dinerarios sino políticos, que puede efectuar un gobierno.
Muy interesante y muy bien fundamentado artículo, don Jose Antonio.
No sé que dirá la ley de otros pagos, no ya dinerarios sino políticos, que puede efectuar un gobierno.
Pero… ¿todavía estamos así a estas alturas, escandalizándonos de que el gobierno delinca? El gobierno no sólo puede delinquir, es que DEBE hacerlo. No convirtamos en anécdota lo que es categoría.
Para situarnos, lo primero que procede es tener una idea pedestre pero practicable de lo que es una ley. Una ley no puede ser un mero mandato arbitrario; por ejemplo, el precepto “prohibido robar a todos menos a uno” no lo acepta como ley en sentido material ni el que asó la manteca, con independencia del apoyo popular que pudiera tener. Esto es así porque la ley viene caracterizada por atributos inherentes, como su generalidad y abstracción, que la hacen naturalmente reconocible.
La misión fundamental de cualquier gobierno es robar y coaccionar -unos más que otros, eso sí-, luego delinquiendo no hace otra cosa que cumplir su ineludible fin natural.
Claro, el escándalo surge cuando el gobierno, como si no colaborara con el terrorismo y respetara la Constitución, se salta la ley, una vez más, de modo explícito, no disimulado, como el caso que inspira al sagaz articulista. Pero el problema no radica en que delinca, que, insisto, para eso está, sino en la venda que no es hemos colocado en los ojos, en la perpetua farsa e inconsistencia en la que vivimos alardeando de una democracia y estado de derecho que es por principio –no circunstancialmente- incompatible con el concepto genuino de gobierno.