Zapatero y la violencia
Zapatero es el único político de referencia que sigue teniendo una cierta "izquierda intelectual" europea con Zizek a la cabeza, que hace de la rehabilitación del momento violento de la revolución su principal argumento político.
Entre la inmensa bibliografía existente en castellano sobre la estatura moral de Rodríguez Zapatero, dejo a un lado su altura política, noto un déficit importante. No existe biógrafo, crítico, o analista político español, hasta donde yo alcanzo, que haya estudiado en algún capítulo de su obra la valoración que la izquierda intelectual europea más totalitaria ha hecho del presidente del Gobierno de España. Es, sin embargo, una tarea extremadamente instructiva para saber cual es la relación política y, por supuesto, moral de Rodríguez Zapatero con el fenómeno de la violencia en general, y del terrorismo en particular.
La sustitución de la política por la violencia, o mejor, la apología de la violencia como vía para acabar con el esfuerzo ciudadano, es decir, político para construir espacios comunes de convivencia, es el principal argumento de esta izquierda para reivindicar su pasado criminal, especialmente estalinista, por una parte, y por otra le sirve para justificar todos los fenómenos de violencia antisistema a los que hemos asistido en los últimos años en Francia o Inglaterra. Es necesaria, pues, la violencia para acabar con la pobreza y la marginación. La política se queda corta. Es menester la revolución.
Curiosamente, la visión que tiene Rodríguez Zapatero de la pobreza, la violencia y el terrorismo no difiere mucho de esa "vieja-nueva" izquierda. Hay terror y violencia, según el presidente del Gobierno, porque existe pobreza. Así pues, no es la concepción de Rodríguez Zapatero de la violencia, como alguno pudiera sospechar, oscura y retorcida, sino que es, por el contrario, transparente, diría más, diabólicamente transparente. Todo vale, emulando a Trotsky, para acabar con la pobreza, es decir, para hacer la revolución. La consecuencia inmediata que se desprende de esa concepción es obvia: la violencia deja de ser el monopolio legítimo del Estado; en efecto, de acuerdo con una de las premisas fundamentales en el actual proceso de reideologización de la izquierda intelectual europea, Rodríguez Zapatero ha demostrado con creces que el monopolio legítimo de la violencia ya no es algo único, como nos enseñara Weber, de los Estados de Derecho, sino de cualquier grupo violento que haga valer el terror como vía política.
He ahí el preciso contexto en el que hemos de analizar la negociación del gobierno de España con la banda terrorista Al Qaeda para liberar a los cooperantes de Barcelona. Ya sé, es obvio, que Rodríguez Zapatero ha negociado varias veces de tú a tú con violentos y terroristas, especialmente dramático es el largo, tortuoso y aún vigente proceso de negociación con los criminales de ETA, pero es que el último caso, el de los cooperantes de Barcelona, no sólo ha sido alabado por Al Qaeda, sino que ha sido convertido por los terroristas en el modelo, en el arquetipo, que debería imitar Occidente para tratar con ellos de tú a tú... Terrible.
Y es que Zapatero, cosa que ha pasado desapercibida entre los analistas políticos españoles, es el único político de referencia, reitero, que sigue teniendo una cierta "izquierda intelectual" europea con Zizek a la cabeza, que hace de la rehabilitación del momento violento de la revolución su principal argumento político. El rearme ideológico, o mejor, la vuelta al vale todo, incluida la violencia y el terror, del estalinismo y, por supuesto, del trotskismo, que también en esto coinciden estos dos ismos, tiene en Rodríguez Zapatero uno de sus iconos contemporáneos. El terror jacobino, esa violencia institucional que se toma como medida temporal y de emergencia, o sea, como si fuera algo extraordinario para hacer frente simultáneamente a la insurrección interna y a la agresión exterior, se convierte en definitiva.
Daré otro ejemplo de violencia, ahora de carácter institucional, esgrimido por Zapatero el pasado viernes en el último Consejo de Gobierno que señala el inicio del curso político. Zapatero, como si se tratara de un nuevo Robespierre, experimentado en el terror bolchevique, nos amenaza con adoptar todo tipo de medidas para que lo injusto, lo violento y lo anticonstitucional del Estatuto de Cataluña sea el patrón de comportamiento de todas las leyes, especialmente de la Constitución, para el nuevo régimen que él lidera. He ahí la tarea que le ha encomendado al titular del Ministerio de Justicia: adapte la legalidad a la ilegalidad. Baja la apariencia zen de Zapatero se esconde uno de los "gobernantes" más violentos que ha dado España, y mira que ha dado, en su historia.
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