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Gina Montaner

La cena de los multimillonarios

La labor de figuras como Gates y Buffett es fundamental porque nos recuerda la importancia del altruismo si queremos construir sociedades mejores.

Recientemente tuvo lugar una cena muy discreta en la que el plan no era, como la famosa comedia francesa La cena de los idiotas, divertirse a costa de un infeliz, sino convencer a un grupo de multimillonarios de donar parte de su fortuna a causas filantrópicas ya sea en vida o en su testamento.

La brillante y generosa idea partió de Bill Gates, fundador de Microsoft, y del gurú financiero Warren Buffett. El propósito es ganar adeptos para la campaña "La promesa de dar", una iniciativa con la que se pretende que cada uno done al menos el 50% de su patrimonio a programas de caridad y proyectos que reviertan en el bien de la sociedad. Como se ha podido saber, el encuentro ha dado frutos y más de una treintena de magnates se ha sumado a esta campaña que no exige dinero pero sí el compromiso público de beneficiar a otros.

Gates y Buffett, incluidos en la lista de los hombres más ricos del mundo que publica la revista Forbes, se han comprometido a destinar sumas cuantiosas a proyectos científicos, médicos y sociales que ayudarían a mejorar las condiciones en el Tercer Mundo e incluso en Estados Unidos, donde en los guetos se lucha por salir del círculo de la pobreza, las drogas y la delincuencia. A este exclusivo club se ha unido el creador de CNN Ted Turner; el banquero David Rockeffeller; el alcalde de Nueva York Michael Bloomberg y el cofundador de Oracle Larry Ellison entre otros, después de firmar una carta de intención cuyo contenido íntegro está aquí.

El matrimonio formado por Bill y Melinda Gates ha sido el gran impulsor de un movimiento que se funda en el principio de que todos, en la medida de nuestras posibilidades, tenemos el deber de contribuir al bienestar del colectivo. Los Gates han seguido el ejemplo con sus propios hijos, quienes sólo recibirán de sus padres una porción del capital familiar y deberán esforzarse individualmente si quieren generar más ingresos. Desde hace años, por medio de la prestigiosa Fundación Gates, esta discreta pareja ha puesto en marcha en naciones más desfavorecidas programas de formación laboral y centros de investigación para mejorar las condiciones de la salud pública en zonas diezmadas por las pandemias.

La labor de figuras como Gates y Buffett es fundamental porque nos recuerda la importancia del altruismo si queremos construir sociedades mejores. Y se trata de un valor que debe enseñarse en el seno del hogar para que los jóvenes continúen haciéndolo en el colegio, con horas de trabajo voluntario en entidades que proporcionan asistencia a los más necesitados. Algo habitual en Estados Unidos, donde muchas escuelas secundarias exigen a los alumnos este tipo de prácticas como parte del currículo de estudios.

Bill Gates, Warren Buffett y los primeros firmantes de este manifiesto han echado a andar una cruzada que debería servir de modelo en el resto del mundo desarrollado. En Latinoamérica, por ejemplo, hay familias muy ricas y muchas de ellas, sin duda, contribuyen a través de fundaciones que donan cantidades importantes a causas benéficas. Pero el concepto de "La promesa de dar" va más allá del gesto caritativo. Es una tarea de concienciación con la intención de involucrar a la sociedad, haciéndonos partícipes del deber de dar por la fortuna de haber recibido. Ojalá que los Gates y Buffett del mundo hispano se decidan a convocar cenas con otros multimillonarios para fomentar campañas filantrópicas. Juntos pueden ser mucho más eficaces.

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