Cada vez se va evidenciando de una manera más descarada que el nacionalismo va de la mano del prohibicionismo y del intervencionismo, lo que equivale a decir que la nación de la que ansían desgajarse, España, va identificándose más con la libertad.
EDITORIAL
Compartir
Tuitear
Enviar
Enviar
SUSTINE dijo el día 2 de Agosto de 2010 a las 22:13:
Y sigue en Barcelona la efervescencia colectiva de españolidad.1º agosto:
Podía parecer que la efusión españolista del Mundial de fútbol iba a ser flor de un día, que las banderas colocadas durarían un suspiro y que volverían a las catacumbas de los armarios. Pero uno se pasea por Barcelona y ve que aún ondean intencionadamente, compartiendo edificios con otras cuatribarradas en duelo por los recortes al Estatut, conviviendo en pacífica rivalidad de sentimientos.
Seguramente la acometida antitaurina ha influido en mantener la roja y gualda en balcones , no como adornos de navidad olvidados sino en conciencia plena de profesión de fe española.
Ayer 1º de agosto me topé casualmente con la maratón masculina de los campeonatos europeos de atletismo y volvió a sorprenderme el fervor españolista, con profusión de banderas en el recorrido. Y lo curioso es que ya no llamaba la atención ver ese despliegue del pabellón español, normalidad que debe exasperar a los de la permanente reivindicación catalanista que lo tomarán como un desagradable indicador del estado de la cuestión.
Y sigue en Barcelona la efervescencia colectiva de españolidad.1º agosto:
Podía parecer que la efusión españolista del Mundial de fútbol iba a ser flor de un día, que las banderas colocadas durarían un suspiro y que volverían a las catacumbas de los armarios. Pero uno se pasea por Barcelona y ve que aún ondean intencionadamente, compartiendo edificios con otras cuatribarradas en duelo por los recortes al Estatut, conviviendo en pacífica rivalidad de sentimientos.
Seguramente la acometida antitaurina ha influido en mantener la roja y gualda en balcones , no como adornos de navidad olvidados sino en conciencia plena de profesión de fe española.
Ayer 1º de agosto me topé casualmente con la maratón masculina de los campeonatos europeos de atletismo y volvió a sorprenderme el fervor españolista, con profusión de banderas en el recorrido. Y lo curioso es que ya no llamaba la atención ver ese despliegue del pabellón español, normalidad que debe exasperar a los de la permanente reivindicación catalanista que lo tomarán como un desagradable indicador del estado de la cuestión.