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El apocalipsis de los tartufos

El PP ha estado más ausente que presente en la batalla contra la política disgregadora del nacionalismo y hasta ha sido cómplice de la erradicación de la lengua común, pero en defensa de las corridas de toros, ¡va a montar la de San Quintín!

ongietor dijo el día 30 de Julio de 2010 a las 22:11:

También yo considero grave la legislación prohibitiva, porque el Reglamento taurino es, con toda su antigüedad, la regulación cuidadosa, compleja y detenida de una fiesta de multitudes, tan sabia que en las plazas de toros no hya muertos como en las love-parade y los campos de fútbol; no se invaden las calles de todos con festejos particulares: el que quiere toros, compra la entrada y va, no sueltan morlacos a cortar calles e invadir la vía pública: donde hay encierros tradicionales, con el modelo de los San Fermines, el encierro sólo ocupa las calles tres o cuatro minutos, y las medidas de atención son rigurosas.
Es grave, porque es, como todo lo que hacen estos sedicentes legisladores, quitar algo sabio, con saber de siglos, o de milenios, y cambiarlo por una patochada. Estamos mandados, no gobernados, por animales (no por animalistas), y eso no está bien.
Dédalo construyó la primera plaza, el Laberinto. Teseo, entrando allí, liberó a los jóvenes atenienses del tributo a Creta para las corridas de toros, así que fue el primer torero libre, no forzado. Que presuman ahora de mediterráneos los animalitos.

Pinarejo dijo el día 30 de Julio de 2010 a las 13:36:

Me temo, doña Cristina, que en este tema anda un poco despistada. Decir que los toros no tienen importancia y, por tanto, que la reacción de sus defensores es desproporcionada supone no entender su carga simbólica y la de los símbolos en general.

Y perdone que le diga, pero España, aunque no sólo son los toros, SÍ son los toros.

baudilio dijo el día 30 de Julio de 2010 a las 12:57:

Doña Cristina, parece mentira que después de haber escrito tanto sobre el uso que de las emociones y de los símbolos hacen los nacionalistas, no digamos la izquierda, y de lo bien que les funciona, se empeñe en aplicar criterios racionales a este asunto y más después de sus atinadas críticas al PP por solo dedicarse a hablar de "lo que realmente le importa a la gente". Léase la columna de Campmany, ahí al lado de la suya, que cuenta lo que le pasó a Carlos III con el motín de Esquilache: la gente no se le amotinó ni por la carestía de los alimentos, ni por los impuestos, sino ¡porque prohibiese la capa larga y el chambergo! Y como sería la cosa que huyó a Aranjuez e hizo venir al ejercito de Levante a Madrid.

Tiene razón en lo que dice, pero es que el mundo es así, y el símbolo y la emoción son muy importantes. Como usted misma ha dicho muchas veces.