Las declaraciones de Zapatero en una entrevista a El País dejan en evidencia que el "proceso de paz" sigue su curso. Así, el presidente aclaró que una de las cosas por las que se siente más satisfecho y que reconoce como " un acierto" es el proceso, del que tiene la convicción de "que sembró una solución definitiva".
Trinidad Jiménez dice de Zapatero que no llega a ser encantador de serpientes, calificativo adjudicado en su día a Felipe González. En mi opinión, a Zapatero se le podría atribuir otro sobrenombre como es la de "encantado con la serpiente", habida cuenta de la defensa que hace del proceso de rendición ante ETA en esa entrevista, en lugar de arrepentirse por lo que a todas luces ha sido su mayor error como gobernante.
Y sin abandonar la metáfora de la serpiente, lo que está haciendo Zapatero es utilizar su veneno para anestesiar y desactivar a toda una sociedad. Lo dosifica para que se pueda digerir poco a poco y para que pueda mantener bajo control los síntomas del envenenamiento.
Puede parecer una exageración, pero si volvemos la mirada hacia atrás, hasta hace apenas tres años, podemos corroborar mi pesimismo.
El continuado acercamiento, excarcelaciones y beneficios penitenciarios que Rubalcaba gradúa en el tiempo con la peregrina excusa de estar sometido a la legalidad y de intentar romper a ETA, ha logrado ofrecer las suficientes contrapartidas a los terroristas en la "negociación sumergida" sin sufrir las consecuencias que habría tenido hace tres años.
En el mes de marzo del año 2009 salieron a la luz otros acercamientos y prebendas a los etarras; y los mismos que hoy han susurrado a remolque una calculada denuncia, concedían "aprobados" a Rubalcaba y apoyaban la política de Zapatero porque, decían, iba por el buen camino.
Pudiera pensarse, siendo muy generoso y bastante ingenuo, que fruto del veneno dosificado algunos ciudadanos no son conscientes del engaño al que estamos sometidos, pero no puedo dar a estas alturas un mínimo margen de confianza a la política antiterrorista de un Gobierno que reiteradamente ha mentido y traicionado los pactos.
La advertencia de Jaime Mayor Oreja no es sólo para tenerla presente. El diagnóstico de una persona sobradamente preparada e informada requiere dar un paso adelante y cuestionar la política penitenciaria misma, donde se está llevando a cabo una aplicación torticera de la ley. Además, es menester exigir un gesto inequívoco como la derogación del permiso para negociar con ETA.
Permitir, por acción u omisión, que Zapatero avance en el proceso de negociación es ser cómplice de sus consecuencias.