Por primera vez en la historia del fútbol profesional español hemos tenido la satisfacción de saborear el máximo galardón. La celebración del éxito de nuestros futbolistas ha sido objeto de todo tipo de informaciones. Quisiera resaltar sobre este gran evento algunas reflexiones que a mi juicio son más importantes que los tópicos en los que todos hemos caído.
Después del partido fue entrevistado el seleccionador nacional. Me resultó chocante, a la vez que gratificante, el destacar ante todo la paz vivida por los seleccionados durante los cincuenta días de concentración. Sin un buen ambiente en la concentración, sin unos buenos perfiles humanos y profesionales de sus componentes y sin una buena dirección técnica, el éxito no habría sido posible. No obstante, todos los acontecimientos posteriores, más o menos espontáneos, más o menos preparados, si no nos ayudan a sacar enseñanzas para nuestra vida personal y colectiva, probablemente queden en el terreno de la anécdota y por tanto resulten inútiles para nuestro futuro.
La fecha del triunfo, día 11, coincidió con el día de nuestra gran derrota, la del 11-M. En Alcalá de Henares y organizado por algunas víctimas del mayor atentado de nuestra historia, apoyadas por un grupo de personas sensibilizadas por el atentado, se ha celebrado por cuadragésimo noveno mes consecutivo un acto en recuerdo y homenaje a las víctimas del terrorismo. En esta ocasión, al estar prevista la instalación de una pantalla gigante en el lugar y hora de la concentración, decidimos cambiar la hora y el contenido de la misma. Ello dio lugar a que muchas de las personas habituales a este acto llegaran después de la hora prevista. Entre víctimas y organizadores fuimos ocho personas y a este grupo se unió un padre con dos hijos de corta edad. En total fuimos once las personas que formamos el conjunto del número "mágico" de ese día. El acto se redujo a realizar una ofrenda floral y a mantener un minuto de silencio. La ofrenda floral fue realizada por los niños a petición de su padre.
Al hilo de los hechos descritos me vienen a la mente algunas reflexiones:
- Los triunfos y las derrotas son fruto del comportamiento humano.
- Sin unos principios que guíen los actos del hombre, creo que los triunfos individuales y colectivos no pueden realizarse.
- Sin esfuerzo, tesón y perseverancia, tampoco se puede alcanzar el éxito de una empresa.
- La explotación del éxito, bien conocida en táctica militar, puede y de hecho se utiliza en la vida real en algunas ocasiones. El éxito de la selección nacional podría utilizarse para afrontar la grave situación por la que atraviesa la España derivada del 11-M. Todo lo ocurrido en nuestro país desde aquella inolvidable fecha no parece más que la explotación del éxito de un crimen de lesa humanidad por parte de los que tienen el deber delegado del pueblo para investigarlo, clarificarlo, prevenirlo y castigarlo.
- La escasa participación en la conmemoración del 11-M, me hace pensar que a veces las cifras no son más que un elemento de la aritmética. La presencia y participación de un padre con sus dos pequeños me llenó el alma de alegría y me hizo recordar, como en Sodoma y Gomorra, que Dios no enviará fuego sobre los que provocaron, olvidan y ocultan el 11-M.
- Igualmente pensé en la idea de suspender totalmente la parafernalia de la Educación para la Ciudadanía. Esta familia me hizo comprender fácilmente, que "con buenos mimbres se fabrican buenos cestos". Solamente hace falta cultivar los buenos mimbres. Seguro que no yerro al afirmar que este padre no cursó la asignatura impuesta por nuestros gobernantes. Si la suspensión fuera una realidad, este coste se podría aplicar en ayudar a los más desfavorecidos.
- Por último, sólo desear que los éxitos que en algunos campos del deporte, la ciencia, la tecnología y las relaciones humanas se prodigan en nuestro país sirvan para cambiar los problemas que encabezan las preocupaciones de los españoles, paro, crisis económica, clase política y terrorismo.