Desvertebración galopante
Sobre las cuestiones existenciales, el cristianismo tenía respuestas claras. ¿Cuáles son las respuestas de ahora? La respuesta es no plantearse las preguntas. El socialismo ha entrado en su tercera encarnación: el socialismo de ZP y Montilla.
Que el ser humano odia por naturaleza la libertad y se siente seducido por la cerrazón de la tribu cuando las cosas van mal dadas es algo que se deduce de la misma naturaleza de las cosas. El hecho es que vivimos (o vivíamos) una época de una gran seguridad material, pero con una enorme inseguridad existencial. Para tener el próximo modelo de iPod no necesitamos la ayuda de nadie. Pero, ¿qué será de nosotros cuando seamos viejos? ¿Nos dejará la mujer y nos quedaremos sin familia? ¿Qué sentido tiene mi vida?
En soledad, el bicho humano es un animal indefenso. Necesita el confort y la ayuda del grupo, y un grupo no puede existir sin uniformidad. El individuo hace suyas las conformidades sociales a cambio de ser admitido. Esa es la póliza de su seguro, que le acompañará toda la vida. Durante cientos de años, el cristianismo ha sido la gran póliza de seguros sobre la que se han basado los reinos primero y las naciones después. El debilitamiento y la destrucción deliberada del cristianismo no pueden dejar de tener consecuencias sobre esas unidades. España, nación fundada en el cristianismo por excelencia, lo sufre particularmente.
Ante la caída del amplio paraguas cristiano, es normal que las ovejas dispersas del rebaño se sientan compelidas a suscribir pólizas con más rendimiento a costa de una mayor intolerancia con las faltas de uniformidad. De ese sálvese quien pueda surgen nuevas unidades fanáticas, como los Latin Kings, las mafias partidistas, las religiones exóticas y, cómo no, las conciencias planetarias y ecológicas y también los cacicazgos identitarios como el de Cataluña. Lo ocurrido con el Estatuto confirma la fragmentación a todos los niveles de la sociedad, desde las familias hasta los países.
Sobre las cuestiones existenciales, el cristianismo tenía respuestas claras. ¿Cuáles son las respuestas de ahora? La respuesta es no plantearse las preguntas. El socialismo, que parasita el tronco de Occidente, ha entrado en su tercera encarnación: el socialismo de ZP y Montilla.
La respuesta existencial de este socialismo es, cómo no, el Estao. Un Estado que administra un mundo virtual, con amnesia y muerte digna. Para los más primitivos, los Montilla, el régimen ofrece un nacional-socialismo televisivo, con sardana, pantumaca y telebasura gratis, con su supermercado de derechos y creencias en supersticiones e historias inventadas. Para los descastados, el socialismo ofrece un mundo feliz huxleiano de individuos sin relaciones duraderas, con opciones reducidas a la estrecha lista de lo políticamente correcto, bajo amenaza de delito de lesa discriminación, con el juicio crítico sobre el poder en suspensión permanente, donde los idiotas se mueven a sus anchas y la sociedad languidece en la mediocridad.
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