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Dario Migliucci

Derecha vs derecha

Lo que ha quedado claro, de hecho, es que no será la izquierda la que logre ocasionar el fin del poder de Berlusconi. El ocaso del Cavaliere tendrá lugar sólo cuando nazca en Italia una verdadera derecha liberal.

En estos últimos tiempos en Italia la lucha política entre la derecha y la izquierda se ha vuelto algo aburrida. Los reformistas italianos de hecho se encuentran en un estado tan agonizante que Silvio Berlusconi –haga lo haga– siempre consigue salirse con la suya, sobreviviendo a los escándalos más escabrosos y manteniéndose en el poder incluso cuando sus gobiernos acumulan un fracaso tras otro.

Con una oposición tan inútil, no es de extrañar que en estos últimos meses las embestidas más insidiosas contra el poder del Cavaliere hayan sido encabezadas por miembros de la propia derecha.

En efecto, la gran novedad de este 2010 ha sido la imprevista rebelión de Gianfranco Fini: el hombre que durante más de quice años ha sido el más estrecho y fiel aliado de Berlusconi. El presidente del Congreso de los diputados de Roma, de repente, ha comenzado a criticar al Gobierno, pues en su opinión este Ejecutivo –supuestamente conservador– en realidad no ha defendido en ningún momento los ideales de la derecha.

Los ataques de Fini y de sus partidarios se han centrado en temáticas como moralidad, patriotismo y liberalismo económico, valores típicamente de derechas que Berlusconi habría mancillado descaradamente a lo largo de todos estos años. En el punto de mira de los "rebeldes" ha acabado también el poder absolutista con el que el Cavaliere gestiona, controla y domina el partido más votado y –aún más– su alianza incondicional con la Liga Norte, el partido secesionista que diariamente ultraja los símbolos de la patria.

No cabe duda de que los ataques de Fini han dado en el clavo, como demuestra el hecho de que Berlusconi ha reaccionado con una furia desmesurada. Entre los dos históricos aliados ha estallado una guerra fría de tensiones y silencios que ocasionalmente se transforma en conflicto abierto, con acusaciones, peleas e incluso amenazas públicas.

Sin embargo, lo cierto es que la posición de Fini es algo débil. Antes de todo, es objeto de críticas por su pasado de militante fascista, lo que haría incompatible su candidatura a portavoz de la verdadera "Italia liberal". En su defensa, hay que recordar que Fini, en estos últimos años, ha sido con diferencia el político más moderado de la política italiana. Además, si aplicásemos el mismo sistema con la izquierda, deberíamos condenar a la gran mayoría de la supuesta izquierda "moderna, europea y reformista", pues casi todos sus miembros más destacados formaron parte del partido comunista, respaldando los más ancianos de ellos incluso los crímenes de Stalin.

En realidad, el verdadero talón de Aquiles de Fini es el hecho de que durante estos últimos tres lustros jamás se había atrevido a criticar las políticas del Cavaliere. Si Berlusconi es tan antidemócrata como sostiene, si su actitud realmente es incompatible con los ideales de derechas, ¿por qué durante todos estos años lo ha apoyado sin más, respaldando incluso sus políticas más controvertidas?

La verdad es que Fini –antes de que Berlusconi le ofreciera convertirse en su principal aliado– era el líder de un pequeño partido que apenas tenía representantes en el parlamento y que –precisamente gracias a Berlusconi– ha podido alcanzar una popularidad y un poder extraordinarios hasta llegar a convertirse en el presidente del Congreso de los Diputados.

La actitud de Fini –sobre eso no hay duda alguna– ha sido por tanto muy incoherente, sin embargo esto no significa que sus recientes argumentaciones no sean legítimas. Aquellos italianos que sueñan con una Italia diferente a la de Berlusconi, se han alegrado al ver que Fini, por fin, ha decidido plantarle cara al Cavaliere.

En estos años, Berlusconi ha podido mantenerse en el poder pese a las múltiples tentativas para destronarlo por parte de una izquierda que –después de cada derrota– se radicalizaba todavía más en políticas cada vez más extremistas y maximalistas. Por el contrario, frente a las argumentaciones de Fini, el Cavaliere ha llegado a temblar.

Fini de todos modos fracasará: creado por Berlusconi, lo más probable es que el mismo Berlusconi finalmente acabe con él, condenándolo a caer otra vez en el olvido. No obstante, su mérito es el de haber marcado el camino. Lo que ha quedado claro, de hecho, es que no será la izquierda la que logre ocasionar el fin del poder de Berlusconi. El ocaso del Cavaliere tendrá lugar sólo cuando nazca en Italia una verdadera derecha liberal.

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