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GEES

Ocultar y disfrazar

Más vale no llamarse a engaño con el panorama tan sombrío que tenemos a nuestro alrededor: el islamismo nos ha declarado la guerra, está ya matando e intentándolo con las más figuras representativas de Occidente, y seguirá haciéndolo.

Probablemente, el mayor peligro al que se enfrenta hoy en día Occidente sean, no ya las amenazas exteriores, con el islamismo en el mundo árabe y la islamización del mundo occidental, sino la actitud moral e intelectualmente cobarde de, si quizá no toda nuestra sociedad, sí de políticos y medios de comunicación. Lo cual se observa en el hecho de que automáticamente, cada vez que el islamismo comete un crimen contra los occidentales, éstos tienden a esconderlo, a minusvalorarlo o ambas cosas a la vez.

Primero, en un intento de ocultar la realidad, se inventan motivaciones o móviles extraños, con el objetivo de no reconocer que se trata de crímenes cometidos por islamistas contra cristianos y occidentales por el hecho de ser cristianos y occidentales. Ocurrió tras el crimen de Fort Hood, cuando pese a que se sabía desde el principio que el asesino gritaba "¡Alá es grande!" mientras apretaba el gatillo. El propio Obama habló de no sacar conclusiones precipitadas y los medios de comunicación pasaron de puntillas sobre el pequeño detalle de las proclamas islamistas del criminal. Después, informaron de las evidentes conclusiones de la investigación en pequeño y en página par. Como si por no reconocer que el terrorismo islámico puede entrar en un cuartel militar americano, esto no hubiese ocurrido.

En el caso del presidente de la conferencia episcopal turca, Luigi Pavodese, ha ocurrido lo mismo. "Asesinado tras una discusión con su chófer", se dijo de entrada y apresuradamente. Ya: el chófer en cuestión era un islamista radical, que se ensañó con él de manera salvaje, degollándolo y gritando "¡He matado al gran Satanás! ¡Allah Akbar!". Posteriormente se ha sabido de las motivaciones fundamentalistas del crimen, pero no habrán encontrado noticias sobre ello, y eso que es como si en España degollasen en su casa a Antonio María Rouco Varela, Dios no lo quiera. Así que mientras aquí discutimos sobre si los islamistas turcos de la flotilla del amor eran galgos o podencos, el islamismo acababa, de manera salvaje, con la cabeza de la Iglesia Católica en Turquía, dentro de lo que es una campaña de exterminio y expulsión del cristianismo puesta en marcha dentro del país del "islamista moderado" –¿se acuerdan?– Erdogán. Que es el hecho fundamental en Oriente Medio: el islamismo avanza y nosotros nos engañamos sobre él.

Se resumen así bien las dos actitudes occidentales ante el islamismo, la ocultación y el disfrazamiento de una realidad que nuestra sociedad teme. Lo cierto y real a día de hoy es que hay miles de islamistas, en nuestras sociedades y en las sociedades árabes, dispuestos a matarnos por el hecho de ser cristianos y occidentales. Periódicamente lo hacen, y periódicamente lo harán. Estos islamistas lo hacen a su vez con la cobertura de gobiernos y regímenes que han institucionalizado el odio a lo cristiano: el caso más cercano es el de Marruecos, que continúa con su campaña de limpieza lingüística, contra el cristianismo, pero también ocurre en Arabia Saudí, Gaza, o Turquía.

Más vale no llamarse a engaño con el panorama tan sombrío que tenemos a nuestro alrededor: el islamismo nos ha declarado la guerra, está ya matando e intentándolo con las más figuras representativas de Occidente, y seguirá haciéndolo. Con la cobertura de buena parte del mundo musulmán, que o lo aplaude, o lo justifica, o lo lleva a cabo por otros medios más "civilizados", el islamismo nos ha declarado la guerra. Y mientras, Occidente prefiere hacer como si no pasase nade. Oculta y disfraza los crímenes de sus enemigos.

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