La seguridad de América
Lo que va a importar de ahora en adelante es la puesta en práctica de la nueva estrategia, y más concretamente en los casos de Irán y Corea del Norte. Así podremos comparar la retórica de Obama con la realidad.
La flotilla pro-islamista con destino Gaza ha quitado actualidad a la recién aprobaba nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Aquella que según todos los medios reniega de la doctrina del anterior presidente norteamericano. Un informe en el que este conflicto –el árabe-israelí– aparece como una de las preocupaciones de Washington y en el que se apuesta –al igual que Bush– por la creación de un Estado palestino pero, eso sí, sin decir en ningún momento que éste deba regirse por los principios democráticos. Es ésta una característica del nuevo informe estratégico. Que tomen nota los admiradores de Obama porque democracia, derechos humanos y libertad (¿Alguien recuerda cuántas veces aparecía el término liberty en la estrategia de Bush de 2006?) aparecen en un segundo plano en la nueva estrategia de seguridad nacional. El texto incluso reitera el deseo de Obama de cerrar la prisión de Guantánamo pero sin ofrecer plazos o detalles. Porque las prioridades son otras y además coinciden con las de las estrategias de 2002 y 2006 aprobadas bajo el mandato del terrible Bush: actuar contra la proliferación de armas de destrucción masiva (en especial las nucleares) e interferir, desmantelar y derrotar a Al Qaeda y a toda su red de organizaciones simpatizantes, cuyo principales frente está hoy en Afganistán y Pakistán.
Y más puntos en común. Ambos apuestan por reforzar las alianzas con los países amigos –aunque Obama también quiere establecer vínculos de cooperación con poderes emergentes como China, India, o Brasil–, reconocen que la lucha contra las actuales amenazas requiera algo más que recursos militares, se reservan el derecho a actuar de forma unilateral si fuera necesario para defender la nación y sus intereses, y reconocen el liderazgo de Estados Unidos en la seguridad global.
Obama, sin embargo, también aporta sus nuevos enfoques: énfasis en la necesidad de prevenir actos terroristas perpetrados por ciudadanos norteamericanos o extranjeros que se encuentren en territorio de Estados Unidos, tal como ha ocurrido recientemente, así como un amplia sección dedicada a la conexión entre seguridad nacional y las políticas domésticas sociales y económicas. Bastante lógico puesto que desde 2006 –cuando se publicó la última estrategia de seguridad– el mayor cambio y un reto determinante en EEUU y el mundo ha sido la crisis económica.
Pero la principal diferencia de Obama con las estrategias anteriores radica en el tono del informe, en general menos firme, más lánguido y ambiguo. Bush abría su última estrategia diciendo que Estados Unidos estaba en guerra, mientras que Obama afirma en las primeras líneas del nuevo texto que Estados Unidos está en un momento de transición. Bush hablaba de lucha contra el terror y contra militantes radicales islámicos mientras que Obama rechaza tales términos porque, como explica la Casa Blanca, el terrorismo es una táctica y no un enemigo. Sin embargo, dice que la guerra es contra Al Qaeda y sus afines, al fin y al cabo terroristas que persiguen atacar a Estados Unidos y sus socios. Y cosas que se deja en el tintero como Venezuela, la conquista de "los corazones y la mentes" o el antiamericanismo rampante.
Lo que va a importar de ahora en adelante es la puesta en práctica de la nueva estrategia, y más concretamente en los casos de Irán y Corea del Norte. Así podremos comparar la retórica de Obama con la realidad.
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