La verdad es que algunos de los socialistas que campan por los lares patrios tienen más cara que un hipopótamo con paperas. Este es el caso singularísimo de José Bono, presidente del Congreso, antiguo ministro de Defensa y ex mandamás de los castellano-manchegos. Si no fuese un tema bastante serio diría que provoca hilaridad su comparecencia ante el grupo socialista, para dar explicaciones de su pingüe patrimonio. La cuestión es cómo ha llegado el señor Bono a acumular el patrimonio que atesora. Uno, por naturaleza perverso y malhadado, piensa que explicará con sus declaraciones de renta cómo ha podido ahorrar para ir adquiriendo bien tras bien el volumen patrimonial actual.
Con esta finalidad comparecía en el día de ayer. Prima facie no atisbo a percibir ninguna diferencia entre los supuestos regalos a Camps, consistentes en dos trajes, y los regalos de mobiliario y caballos, así como permutas ventajosísimas al señor Bono. La verdad es que por más vueltas que le doy no alcanzo a ver cuál es la diferencia. No entiendo por qué los trajes de Camps han excitado el celo de la fiscalía de una forma tal, y en cambio, los muebles, équidos y demás prebendas de los Bono reposan en la más absoluta indiferencia del fiscal.
Bono ha intentado explicar cuál es la causa de que el diario La Gaceta haya destapado el misterio de su espectacular incremento patrimonial; la verdad es que su explicación no ha sido tal. Ha comparecido ante los suyos, y no les ha dado ni un solo dato que llevarse a la boca. Probablemente habrá pensado que lo único que harían un buen número de sus cofrades sería utilizarlo en su contra. Así, ha optado por una estrategia harto conocida, la de echar balones fuera y buscar un enemigo difuso que justifique la condición de perseguido del acaudalado presidente del Congreso. Tal y como hizo Zapatero echándole la culpa de la crisis financiera internacional a Bush, la culpa del paro en España a los egoísmos del capitalismo, y la pérdida de valor bursátil de nuestras empresas a los especuladores, don José Bono ha afirmado no tener nada que explicar, ya que la causa de verse en entredicho hay que buscarla en su condición de socialista y cristiano. Me temo que Bono está como la URSS, cada sigla una mentira.
Del mismo modo, ha dicho en su alocución pretendidamente explicativa, que le importa más la solidaridad que la bragueta. ¡Qué tendrá que ver el culo con las témporas! Nadie ha acusado al Sr. Bono de ser proclive a las travesuras, al menos que yo sepa. No acierto a entender semejante explicación frente a una carencia de acusación. Además, no contento con lo anterior, ha tenido que sacar a pasear su pasado antifranquista. Parece que cualquier socialista pillado con la mano en la caja queda justificado apelando a él. Sr. Bono, a mí me importa un pimiento lo que hiciera usted hace treinta y cinco años: desde que usted acabó la carrera hasta que murió Franco apenas pasaron tres o cuatro años. Lo que nos importa a todos los españoles es saber que los altos cargos a quienes pagamos a precio de oro con nuestros impuestos no son unos mangantes. Eso es lo que nos importa, que sean socialistas o cristianos es su problema.