En febrero de 2006, en el programa de César Vidal, entonces en la COPE, recité unos versos en los que pedía la dimisión de Zapatero. Si me disculpan, voy a copiar aquí aquel poema, que me sirve de introducción para el de hoy:
Has cambalacheado el Estatuto
y aún juegas con él al escondite.
No puedes prorrogarte ni un minuto:
no sigas siendo frívolo y dimite.
Con déspotas, caudillos y tiranos
te montas un estúpido convite
de socios antinorteamericanos...
No seas más patético y dimite.
Has consentido infamias a Marruecos
y nuestro honor no se te da un ardite
para tus alianzas y embelecos...
No sigas siendo pánfilo y dimite.
Con una tregua, anhelas que la ETA
el triunfo electoral te facilite.
Como no hay tregua, pillas la rabieta...
No sigas siendo histérico y dimite.
Has hablado de paz y de esperanza...
para que la serpiente resucite.
Y la antiespaña crece y se afianza:
no sigas siendo pérfido y dimite.
No eres tú, sino España la que arriesga:
te nos jugaste a todos en tu envite,
pero tu expectativa se te "sesga",
no sigas siendo hipócrita y dimite.
Pero es que, en fin, te pegas a tu cargo
más que con Supergén o con Loctite.
No vas a hacerme caso y, sin embargo,
voy a seguir gritándote: ¡dimite!
Pues ya ven que, en efecto, Zapatero no me hizo ni caso y siguió ostentando su presidencia como si tal cosa. Me consuela que al menos yo le pedí la dimisión, cosa que Rajoy no parece inclinado a hacer, de momento. En cualquier caso, y puesto que aquella enérgica solicitud no fue atendida, he decidido, cuatro años más tarde, usar la "psicología inversa", a ver si así cuela.
Aunque hayas, por sectario, reavivado
los odios inciviles y cainitas
de nuestras cicatrices del pasado...
tú sigue en tu poltrona y no dimitas.
Aunque de tu sistema de enseñanza
cultura y disciplina estén proscritas
y ofrezcas a los jóvenes la holganza...
tú sigue con tu cargo y no dimitas.
Aunque hayas sobornado a sindicatos
y coman de tu mano –¡pitas, pitas...!–
los trepas más siniestros y zocatos...
tú sigue en la Moncloa y no dimitas.
Aunque hayas promovido la cizaña
y un Estatut de fobias tripartitas
con que romper la médula de España...
tú sigue tu mandato y no dimitas.
Aunque nos hayas frito con impuestos
y no se sepa ya lo que nos quitas
para tus demenciales presupuestos...
tú sigue, por favor, y no dimitas.
Aunque hayas, con la crisis, naufragado
a impulsos de talante y sonrisitas,
y el paro esté creciendo desbocado...
tú sigue sin moverte y no dimitas.
Y en fin, aunque revientes y contigo
reviente la nación en la que habitas,
no muestres tu flaqueza al enemigo...
¡Tú sigue, José Luis, y no dimitas!