El principal cambio en la política española de los últimos cinco meses es sencillo de ver. Se toca por todas partes. La gente lo pide, e incluso hay dirigentes políticos que lo exigen. Sí, sí, hace tres meses me llamaban iluso por predecir tal cambio, pero ahora ya nadie, salvo Rajoy, se priva de pedir elecciones anticipadas. También los socialistas están planteándose seriamente el asunto. Pero Rajoy se resiste a aceptar este cambio. Está bien. Está en la propia naturaleza del jefe del PP ser desconfiado respecto a las opiniones ajenas. No pasa nada. Ya cambiará. La historia dramática de España le tiene reservado un destino inapelable. ¡Quizá esté condenado a gobernar! Por eso, seguramente, se toma la cosa con calma.
Sin embargo, estoy convencido de que llegará el día, quizá más pronto que tarde, que Rajoy se lance, aunque sin abandonar su parsimonia, a la calle para pedirle a Zapatero que adelante las elecciones generales, porque esto no hay quien lo aguante. ¿Cuándo sucederá tal acontecimiento? No lo sé. Pero los pasos se están dando sin que nadie pueda detenerlos. De momento, y lo digo sin ironía, Rajoy ya ha llegado a una conclusión: el PP es la alternativa. Nadie lo dudaba, pero es bueno que Rajoy lo diga en voz alta, sobre todo para que se lo crea él mismo. Tiene importancia recordar el lugar donde emitió este "juicio" tan común como vulgar, pues que a nadie se la pasa por alto que tal simpleza trataba de ocultar el fracaso de su encuentro con Zapatero.
Esa reunión con Zapatero en La Moncloa era prescindible, pero valió para "hacer que se hace algo", o sea, que Rajoy no tuvo más remedio que decir algo que sabe todo su electorado: somos la alternativa. Esa generalidad no la dijo, como algunos creen, para animar a sus huestes, sino para animarse a sí mismo. En fin, Rajoy se cree, al fin, que puede gobernar. Algo es algo. Pero sigue guardando silencio sobre un posible adelanto electoral, mientras tanto empieza a ser relevante el número de dirigentes del PP que demandan elecciones generales anticipadas. Zapatero oye, ¡vaya que si oye esas demandas!, pero aguanta. El poder que tiene ahora, a pesar del desgaste que le provoca la crisis, es inmenso. Tiene miles de motivos e intereses, pues, para no adelantar las elecciones, pero empieza a haber miles de razones para exigirle ese adelanto. Zapatero, sí, tiene intereses, mientras a Rajoy le apoyan las razones.
¿Será capaz Rajoy de hacer valer esas razones? De momento, no parece que podamos contestar afirmativamente, pero creo que hay tres argumentos que en poco tiempo le resultarán agobiantes al propio Rajoy, o sea, le impulsarán a lanzarse al ruedo del parlamento para torear el morlaco del voto de censura. En efecto, creo que Rajoy ya no podrá detener que miembros relevantes del PP, por ejemplo, Esperanza Aguirre, pidan elecciones anticipadas. En segundo lugar, hay partidos en el parlamento, casos de CiU y UPyD, dispuestos a prestarle al PP su apoyo si lleva a cabo una moción de censura o propone un Gobierno de concentración entre todas las fuerzas políticas. Y, en tercer lugar, incluso de la llamada "sociedad civil" española a Rajoy le llegan gritos de apoyo para que haga una moción de censura, léase, por ejemplo, la carta que ayer le escribía Ignacio Camuñas, antiguo ministro de la UCD, para que fuera valiente y se responsabilizase un poco más para sacarnos de la actual situación de marasmo institucional y crisis económica.
Rajoy está obligado a dar el salto. ¿O acaso está esperando la opinión de Botín?