Sin épica y sin futuro
El gesto de Esperanza Aguirre con Nicolás Redondo es encomiable, pero insuficiente para dinamizar ese espíritu de rebelión cívica que exige la sociedad civil más desarrollada para acabar con el totalitarismo ideológico de la izquierda española.
Mientras que Esperanza Aguirre premia a un sindicalista serio y decente, Nicolás Redondo, la casta de los líderes de CCOO y UGT se entregan el 1 mayo a las miserias de Rodríguez Zapatero. No es el mundo al revés. Es la normalidad. La desgracia es que la derecha española sigue sin tomarse en serio esta normalidad. La izquierda española es reaccionaria. Su carácter totalitario, que viene de una vieja tradición antidemocrática, ha sido reforzado por el espíritu revanchista que le ha dado el detentar el poder durante tantos años. Sí, sí, la derecha estuvo sólo ocho años en el poder, pero dejó intactos, cuando no reforzó estúpidamente, todos los aparatos ideológicos, "culturales" y propagandísticos de la izquierda sectaria y totalitaria que han arruinado el desarrollo normal de la democracia.
A pesar del coraje "puntual" y en los días de fiesta de esta señora de Madrid, no creo que la actitud política del PP respecto a la ideología del PSOE cambie mucho. No se transforma de la noche a la mañana una oposición tan blandita y extraordinariamente dependiente de las consignas reaccionarias de los socialistas. Es difícil transformar el espíritu pastueño de Rajoy en un carácter épico como el que exige la mayoría de sus votantes. Estamos, pues, condenados a soportar la movilización permanente de la izquierda y la queja lastimera de una derecha sin pulso intelectual. Ni político. La derecha, pues, seguirá tratando a los sindicatos con guante de seda, mientras que Rodríguez Zapatero les seguirá haciendo comer en su mano. La derecha aspirará a un sindicalismo profesional, decente y preocupado por los derechos de los trabajadores, pero esa aspiración será siempre una ilusión, al menos, mientras no desmonte el remedo de religión o caricatura de fe que aún sigue vendiendo la izquierda.
Sí, sí, señores del PP, aparte de las cifras y los datos económicos, tienen que desmontar la profecía de la izquierda, a saber: los socialistas no sólo tienen el sentimiento de estar con los oprimidos y maltratados, actitud terapéutica de los millones de desempleados, sino que también proclaman que son los únicos que tienen "certezas racionales" para salir de las desgracias e infortunios. Mucho espíritu ilustrado y político, mucho atrevimiento y coraje civil, se requiere para terminar con esos sentimientos falsos y engaños ideológicos de la izquierda. En fin, el gesto de Esperanza Aguirre con Nicolás Redondo es encomiable, pero insuficiente para dinamizar ese espíritu de rebelión cívica que exige la sociedad civil más desarrollada para acabar con el totalitarismo ideológico de la izquierda española.
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