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La auténtica tolerancia

El futuro pondrá a prueba nuestra capacidad de tolerar la diferencia, y que más vale que nos vayamos entrenando con las pequeñas variaciones actuales si el día de mañana queremos convivir y prosperar en lugar de pelearnos.

punt dijo el día 29 de Abril de 2010 a las 18:22:

Me temo que el artículo gira en torno a la "tolerancia infinita", a tolerar incluso comportamientos que, por dañinos, son intolerables.

Naturalmente, en el artículo se ha buscado hacer una relación de actividades que no causen daños directos, pero se mira hacia otro lado para no "ver" los daños indirectos que esas mismas actividades sí producen (el velo islámico no causa daño directo, pero su significado es dañino para quien lo lleva; la prostitución lleva aparejada casi siempre la trata de blancas y la explotación sexual; el porno infantil digital no daña a ningún niño, pero hace que algunos de quienes lo consumen estén más cerca de dar el paso a la pederastia; etc).

En esa misma línea, se equiparan realidades similares en la forma, radicalmente diferentes en el fondo, como son los velos cristiano e islámico (completamente opcional el primero, obligatorio el segundo; a retirar cuando las normas lo indican el primero, a imponer aunque las normas lo prohiban el segundo).

Lo que D. Albert no quiere ver es que vivimos en una sociedad y que en ella hay comportamientos sociales y antisociales. Para que la sociedad pueda conservarse sana, los comportamientos sociales deben ser transmitidos y fomentados, incluso obligados según sea su necesidad, mientras que los antisociales deben ser desincentivados o prohibidos y castigados según su gravedad, para lo cual deben tenerse en cuenta tanto las consecuencias directas como indirectas pero necesarias de tales actos.

De forma tirando a sibilina, el autor se lava las manos: "Sea como fuere, la gente confunde la tolerancia con la indiferencia o incluso la aprobación. Seguramente algún lector sigue escandalizado por algunos de los comportamientos que considero que no deberían prohibirse, como si ello implicara que los apruebo, ¡o que los practico!". Abundando en ese razonamiento, podría haber citado a Arzalluz cuando dijo que "otros sacuden el árbol, nosotros recogemos las nueces". El sentido de la frase no sería muy diferente, y la realidad que existe tras esa aparente tolerancia tampoco: abogar por la tolerancia infinita, por abrir la puerta a lo socialmente dañino incentiva, ayuda y respalda el daño producido aunque no los cause directamente, como quien quita el seguro a la ventana por la que luego entrará el ladrón.

Personalmente, a la hora de hablar de tolerancia, yo prefiero citar a Karl Popper y su "Paradoja de la tolerancia", enormemente reveladora:

"La tolerancia ilimitada debe conducir a la desaparición de la tolerancia. Si extendemos la tolerancia ilimitada aun a aquellos que son intolerantes; si no nos hallamos preparados para defender una sociedad tolerante contra las tropelías de los intolerantes, el resultado será la destrucción de los tolerantes y, junto como ellos, de la tolerancia."
(...)
"debemos reclamar el derecho de prohibirlas, si es necesario por la fuerza, pues bien puede suceder que no estén destinadas a imponérsenos en el plano de los argumentos racionales, sino que, por el contrarío, comiencen por acusar a todo razonamiento; así, pueden prohibir a sus adeptos, por ejemplo, que prestan oídos a los razonamientos racionales, acusándolos de engañosos, y que les enseñan a responder a los argumentos mediante el uso de los puños o las armas. Deberemos reclamar entonces, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes."

La cita completa en:
_http://www.xtec.es/~lvallmaj/biblio/poppert2.htm

Desde luego, tener un cierto grado de tolerancia es algo bueno, ya que enriquece, pero también es bueno tener un cierto grado de intolerancia, ya que protege. Esto es lo normal en las sociedades sanas: disponer de mecanismos de autoprotección en forma de tolerancias e intolerancias.

Así, una sociedad enferma por exceso de intolerancia es una sociedad "alérgica", que desata respuestas exacerbadas ante provocaciones insignificantes.

Por otra parte, una sociedad enferma por un exceso de tolerancia es una sociedad "inmunodeficiente", incapaz de defenderse ante todo aquello que la ataca, que la degrada, que la destruye. Es el equivalente a un SIDA social, y es hacia donde se nos quiere conducir a base de inyectarnos dosis crecientes de comportamientos antisociales y de reprimir la logica y sana respuesta social de rechazo.

¿En serio defiende el SIDA social, como su artículo deja entrever? Creo que le debe haber quedado claro que discrepo. Y ahí va otra cita, esta vez no de Popper sino de Edmund Burke:

"Lo único que se necesita para que triunfe el mal es que los hombres de bien no hagan nada"

Y es que tolerar lo intolerable no es una noble muestra de virtud, sino una suicida muestra de necedad. La "auténtica tolerancia", título del artículo, es la que tolera lo tolerable y no tolera lo intolerable.

Un saludo.

paserifo dijo el día 29 de Abril de 2010 a las 17:57:

Vendeano dice: «el poder ser identificado en cualquier momento, de ahí que debería prohibirse ir con velo o embozado por la via pública o en cualquier lugar público (no privado).»

¿Debería prohibirse so pena de qué? ¿Con qué castigamos a las mujeres que se sometan a los hombres o que no quieran emanciparse o no tengan valor para liberarse de su opresión? ¿Las ahorcamos, como hacen en Irán a los homosexuales? ¿Las metemos en la cárcel? ¿Una multa? ¿De qué cuantía: cinco o cinco mil euros?
¿Prohibimos también el gorro rastafari? ¿O a los mormones y sus trajes con la fichita con su nombre? ¿o a los Testigos de Jehová? ¿Prohibimos a la gente que apoye públicamente un partido político haciendo gestos o llenando la calle de carteles?

La isonomía es el derecho a hablar en el ágora, pero tener derecho a expresarse no implica obligación de decir cosas razonables. Por contra, y aunque al Gran Estado le fastidie, tenemos todos un derecho natural absolutamente inalienable: el derecho a discrepar, a abuchear y a quejarnos de las gilipolleces que hacen o dicen los demás en el espacio público.

El asunto del voto que planteas es muy interesante, pero habría que demostrar que las mujeres están coaccionadas. ¿Es una situación semejante a la de los abuelos seniles cuyas cuidadoras les llevan a votar y prácticamente les ponen la papeleta que ellas quieren? Antaño, cuando sólo cuidaban las monjas, estaba la sospecha de que manipulaban el voto a favor del PP (¡Como si todos los católicos votaran a la derecha!). Hoy día, también hay cuidadoras “laicas” y residencias de ancianos regentadas por probos y deportivos socialistas. ¿Qué hacemos al respecto? ¿Introducimos el concepto de mayoría de edad para los que se pasan de viejos y que dejen de votar?
Si se piensa fríamente, hay gente con bien entrada en los veinte que no debería tener derecho a voto porque su modo de vida es infantil, irresponsable y no disciernen bien las cosas.

Más nos valdría ocuparnos de cosas más cercanas, como impedir la estupidez de la xenoglosia en el Senado y dejar de crear problemas al tratar de arreglar otros.

Vendeano dijo el día 29 de Abril de 2010 a las 14:37:

Normas privadas y normas públicas.

En un negocio privado, un centro privado, impone las normas que le parezcan adecuadas (uniformes, disciplina) y el que entra debe acatarlas. PROBLEMA: la manía del Estado de meterse en la educación, con lo que obliga a consensuar normas comunes, planes de estudio comunes, lenguas comunes... Aquí, es el Estado el que crea el problema (por supuesto, entra en estos asuntos para usurpar el poder, no por dar un "servicio" que al final es un castigo y una ruina)

En el espacio público, en una calle, frente a una institución pública, no queda más remedio que imponer normas comunes si queremos transparencia para preservar la libertad: es la isonomía de los griegos. Y entre las normas comunes imprescindibles entre ciudadanos libres y por lo tanto responsables de sus actos ante los demás esta el poder ser identificado en cualquier momento, de ahí que debería prohibirse ir con velo o embozado por la via pública o en cualquier lugar público (no privado).

En el espacio público está el espacio político, y si ha de haber isonomía no pueden permitirse ciudadanos con quíntuple poder de voto por el hecho de que él y sus cuatro mujeres voten publicamente como adultos libres pero privadamente el varon obligue a sus cuatro mujeres a votar como él. Si por elección son exclavas, no debe permitirse su voto, pues se asimilan voluntariamente a menores. Si son exclavas por obligación, entonces debe aplicarse el código penal.

Y así con todo el resto de la normativa común: carnet de conducir, cuentas bancarias, transmisión de derechos, etc, etc. Si no les gusta la isonomía, que regresen a sus respectivas teocracias. Si su sociedad les ha fallado (¿porqué si no están aquí?), que no la traigan entre nosotros.

Corday dijo el día 29 de Abril de 2010 a las 11:56:

totalmente de acuerdo, Sr. Esplugas.
Una conservadora.

paserifo dijo el día 29 de Abril de 2010 a las 10:49:

Una precisión: si dices poliandria (muchos hombres), di poliginia (muchas mujeres) pero no poligamia (muchos matrimonios; en principio, "matrimonio" no dice nada del sexo (que no "género") de quien se casa); es imposible que poligamia sea una palabra machista.

El burka, como la versión light del chador, como el hiyab sí afectan a la libertad individual de las mujeres, te pongas como te pongas. Es una opción, vale, pero es una opción cuya alternativa es la amenaza, el repudio, el exilio, la agresión física e, incluso, la muerte. A ninguna chica la echan sus padres de casa por ponerse un piercing o por echarse un novio de otra "raza" o por participar en orgías. Es posible que los familiares y amigos se escandalicen y censuren el hecho, y es posible,también,que haya repudio y rechazo y algo de violencia verbal. Pero son siempre casos aislados.

No me gusta que se multipliquen las leyes. Ni me gusta que el Gobierno gane poder. Tampoco me gusta que unas personas vivan en un contexto de esclavitud y sometimiento: no me gusta eso ni entre musulmanes, ni entre cristianos ni entre agnósticos ni entre ateos ni entre endemoniados. Es un problema delicado.

Yo creo que lo mejor es establecer normas de conducta aprobadas por cada centro educativo, sin dirección alguna del poder político (sé que esto es muy difícil).

Si una mujer musulmana fuera acusada de un delito y tuviera que declarar ante un tribunal de Justicia y pretendiese hacerlo con chador, pañuelo que cubre todo el cuerpo y sólo muestra los ojos pero cubre el rostro ¿No estaría totalmente legitimado el juez para exigir que mostrara su rostro a la acusada?

Y si no hubiera ningún centro educativo que permitiese que las alumnas fueran con un pañuelo en la cabeza, que los musulmanes se dediquen a educarlas en su casa o que hagan su propio centro educativo con sus propias normas.

Y si no les gusta vivir en España, que se vayan a otro país.

Goblin77 dijo el día 29 de Abril de 2010 a las 10:41:

Y vuelta la burra al trigo... El caso de esta chica es una simple desobediencia a las reglas de su instituto y punto. Publicidad interesada.

Acaso su religión le obliga a llevar el pañuelo? Noooo, su religión es muuuyy tolerante. Es decir, que lo lleva porque le da la gana contraviniendo las normas del centro.

Cuántas chicas cristianas llevaban el velo cristiano, pañuelo o cualquier otra prenda que cubriera la cabeza a clase? Ninguna, porque va contra las normas.

Si la chica hubiera llevado un colgante con una media luna, nadie habría dicho nada, al igual que otros podrían llevar un crucifijo. En la calle, que se ponga lo que quiera en la cabeza, pero no en clase si la norma lo prohíbe.