La Justicia que padecemos
Bermúdez nos hizo un comentario que todos grabamos en nuestra memoria: "Olvidaros de los moritos, éstos no tienen capacidad para llevar a cabo un atentado tan técnico como el de los trenes".
Creo que no pueden sorprender las dudas que se ciernen hoy sobre determinadas actuaciones de jueces, fiscales y organizaciones del poder judicial. Las generalizaciones pueden llevarnos a cometer errores pero si analizamos algunas instrucciones, sentencias y declaraciones de miembros del poder judicial, comprobaremos que, para los ciudadanos que sufrimos sus actuaciones, hay comportamientos que dejan mucho que desear. Actuaciones que desde el punto de vista jurídico pueden resultar normales, desde el punto de vista de la lógica más elemental y desde una visión meramente humana, son no ya incomprensibles, sino inadmisibles.
Días atrás el juez Gómez Bermúdez publicó el libro No destruirán nuestra libertad. El libro ha sido objeto de un premio. Mi felicitación al autor. No he tenido ocasión de leerlo pero, según creo, se asocian con el terrorismo islamista yihadista los atentados del 11-S, 11-M y 7-J. Sin entrar en más consideraciones –no voy a discutir con un experto la asociación sobre el origen de estos tres atentados– sí quisiera centrar mi atención en los crímenes que le correspondió juzgar como ponente de la sentencia de la Casa de Campo.
Mi agradecimiento al juez Bermúdez por haber sido el único representante del Estado de Derecho que nos ha concedido una entrevista como víctimas del 11-M. En el año 2006 –siendo presidente de la Sala de lo Penal– nos recibió en su despacho en presencia de la letrada que llevaba la acusación de un grupo de víctimas. Nuestra inquietud como víctimas se centraba en los rumores fundados que circulaban sobre la investigación unidireccional del atentado, en la prolongación del secreto del sumario instruido por el juez del Olmo, en el desprecio del juez hacia las sugerencias de las partes en la instrucción sumarial y en la preocupación que sentíamos por los rumores de un comienzo inminente de la vista pública al entender que la instrucción era –a todas luces– incompleta. Dado el volumen de la instrucción, las partes no disponíamos de tiempo para leer el sumario. Entonces no sabíamos que –Gómez Bermúdez– nuestro interlocutor en la Audiencia Nacional, iba a ser nombrado presidente del Tribunal que juzgó la masacre del 11-M.
- Sobre la instrucción del sumario reconoció que podía haber sido francamente mejorable en muchos de sus aspectos, pero que el juez instructor, al ser autónomo, había hecho la instrucción de la forma y manera que él había considerado oportuna. Los medios técnicos que la Audiencia Nacional podía haber aportado, no le fueron solicitados en ningún momento. Lo urgente desde su punto de vista como presidente de la Sala de lo Penal era finalizar la instrucción y comenzar el juicio para que los imputados, que estaban en prisión preventiva, fueran juzgados en los plazos que marca la ley.
- Respecto al juicio que urgía iniciarse, y dado que por nuestra parte manifestamos las dudas que algunas investigaciones periodísticas planteaban sobre la teoría islamista, nos manifestó que, sin descalificar las investigaciones periodísticas, la justicia, a pesar de su lentitud, trabajaba con pruebas y hechos, siendo implacable en el esclarecimiento de los delitos. Puso mucho énfasis en que el objeto de este primer juicio era el ver el grado de implicación de los ciento dieciséis inculpados en relación con los hechos.
- Ante nuestra insistencia en el carácter unidireccional del sumario y argumentando que tal sumario podría llevar a conclusiones incompletas o erróneas, el juez insistió en que se trataba sólo de un primer juicio y que después surgirían otros –derivados del primero– que buscarían el esclarecimiento total de los hechos. Aunque con reticencias, aceptamos los argumentos que se nos dieron con la esperanza de que fueran realidad algún día no muy lejano.
- A nuestros comentarios sobre los posibles autores materiales e intelectuales del atentado, partiendo siempre de lo que en su día se convino en llamar "versión oficial", el juez nos hizo un comentario que todos grabamos en nuestra memoria: "Olvidaros de los moritos, éstos no tienen capacidad para llevar a cabo un atentado tan técnico como el de los trenes". Basaba su afirmación en su dilatada experiencia sobre el terrorismo islamista. Ante nuestra pregunta sobre quién podía ser el autor de los atentados nos respondió que "ello era fruto de una mente diabólica". No nos precisó más ni nosotros insistimos sobre el asunto.
Cuatro años después de los encuentros mantenidos con el entonces presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, celebrado el juicio de la Casa de Campo que fue televisado "urbi et orbi" con no sabemos qué finalidad, dictada la sentencia en la que sólo tres de los 116 imputados iniciales fueron condenados como autores del atentado y sólo uno de ellos por su presencia en los trenes, indultados por el Tribunal Supremo los cadáveres de Leganés, rechazadas por la Audiencia Nacional las diligencias solicitadas después del juicio por algunas víctimas y, paralizado el juicio que se sigue en la Audiencia de Madrid contra dos de los tedax por posible falsificación y ocultación de pruebas... parece como si todos los órganos judiciales se hubieran declarado en huelga para investigar lo que falta por conocer del 11-M: autores intelectuales, móviles del crimen, autores materiales, logística, etc...
Hace unos días el juez Gómez Bermúdez fue entrevistado por Iñaki Gabilondo. Curiosamente, en dicha entrevista ni se habló de terroristas suicidas en los trenes ni se desmintió su existencia. Sí nos hablaron de terrorismo yihaidista, pero nada dijeron de la incapacidad de los "moritos" para perpetrar los crímenes del 11-M. Tampoco hablaron de las investigaciones que se llevan a cabo para descubrir la "mente diabólica" que asesinó a 193 personas e hirió oficialmente a mil ochocientos cincuenta. No creo que Jamal Zougam dé respuesta a todo lo que antecede. Respecto a los juicios que se derivarían del primero, creo que no se ha celebrado ninguno. Es más, no tengo la certeza de que la Audiencia Nacional crea que hay que seguir investigando algo sobre el 11-M. Por tanto, más de seis años después nadie ha de sorprenderse de que el ochenta por ciento de los ciudadanos consideren que ha de reabrirse el sumario.
Personalmente, creo en la justicia y valoro el gran esfuerzo realizado en el proceso del 11-M. Con la misma firmeza constato que los resultados han sido exiguos respecto a los esfuerzos realizados. Si es que se pueden denominar resultados los de la sentencia ratificada del 11-M.
En mi tierra andaluza memoricé la letra de una siguiriya que puede aplicarse a la situación que vivimos:
Yo me fié de la verdad
y la verdad a mí me engañó
si la verdad a mi me engaña
de quién me voy a fiar yo
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