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Raúl Vilas

La cacha de Feijóo

El nacionalismo gallego es pura imitación del catalán. Primero fue la cuestión lingüística, en breve tendremos nuestra propia cacha y el Estatuto de nación será lo siguiente, al tiempo.

El presidente de la Xunta es una habitual de esta columna por la cosa lingüística. Se lo ha ganado a pulso. Hoy mismo su secretario general de Política Lingüística, el ínclito Anxo Lorenzo –brazo ejecutor de la traición a Galicia Bilingüe–, ha entregado un premio junto a sus colegas de País Vasco, Cataluña y Baleares a la cadena de supermercados Eroski –sí precisamente Eroski– por la, agárrense, "espontaneidad multilingüe" de sus etiquetajes. Cómo si los mejillones enlatados en los supermercados del Grupo Mondragón –¿les suena?– decidiesen motu proprio llamarse mexillóns, musclos o mutxilois. En cualquier caso, es un avance sin precedentes en la calidad de vida de los ciudadanos de estas regiones justamente galardonado.

Pero la cuestión lingüística, por mucho que Feijóo intente revestirlo como una mera defensa del patrimonio cultural, responde exclusivamente a una motivación ideológica, nacionalista por supuesto. Ahí está su última fazaña: la ley de cajas ahorro que, de la mano del BNG, pretende a toda costa, caiga quien caiga, la creación de una caja única gallega mediante la absorción, que no fusión, de Caixa Nova por parte de Caixa Galicia. Lleva meses empeñado en este asunto que él mismo defiende por la necesidad de blindar el "sistema financiero gallego" del control extranjero. Y no se refiere al Barclays, Deutsche Bank o Crédit Lyonnais, no. El peligro son los españoles de Caja Madrid, entre otras. Una fusión con los infames mesetarios sería, al parecer, una tragedia para Galicia. Está dispuesto a asumir el más que probable alto coste electoral en Vigo y toda la provincia de Pontevedra, donde no comprenden que se impulse esta absorción cuando la situación financiera y patrimonial de Caixa Nova es sensiblemente mejor que la de Caixa Galicia. Todo con tal de frenar el imperialismo financiero español, proclama el nuevo Breogán.

Al cabo, el nacionalismo gallego es pura imitación del catalán. Primero fue la cuestión lingüística, en breve tendremos nuestra propia cacha y el Estatuto de nación será lo siguiente, al tiempo. Digo cacha, no es errata. Recientemente disfruté el espléndido regalo que fue asistir, en la mejor compañía, a Omena-G 2036, la última genialidad de Albert Boadella y sus Joglars. Una avance terrorífico en el fondo; tronchante en la forma, de la España que nos espera en tres décadas si seguimos por este camino. Representación patrocinada por La Cacha, alter ego de La Caixa en la obra del gran sátiro catalán, el más importante de nuestro tiempo. Su talento libérrimo le ha costado el exilio. Hecho diferencial de la Cataluña actual que, mucho me temo, pronto importarán también Feijóo y sus compinches nacionalistas.

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