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Pedro de Tena

Dentro de un siglo Cataluña será una región pobre

¿O es que, acaso, esta faena se la hacen sólo al público español no catalán y a los clientes de los demás países sí remiten el producto con las instrucciones en el idioma correspondiente?

No es una afirmación gratuita más que en el plazo. No puedo saber si será dentro de un siglo o mucho menos. Pero ya me parece algo evidente que será una región pobre y de escasa relevancia dentro de poco. No parte mi aserto de ninguna premisa ideológica, sino de un hecho comercial. Hace días solicité a una empresa catalana de Vallfogona de Ripollès un abono ecológico para enriquecer un huerto en el que aniquilo los fantasmas de mi cabeza entre soletas y rastrillos. Lejos de seguir las consignas de los exaltados que prefieren boicotear los productos catalanes, mi actitud ha sido siempre la de seguir tratando a Cataluña como lo que es: una hermosa y fructífera región de España, a pesar de la estupidez de sus nacionalistas.

¿He dicho estúpidos? Sí, lo he dicho. Utilizo para ello la acepción aportada por el profesor Cipolla en su libro sobre la estupidez donde, si no recuerdo mal, afirmaba que el estúpido, que no descansa y es mucho más peligroso de lo que se cree, es el que hace daño a todo el mundo inclusive a sí mismo. Esa nota del auto-castigo es lo que le distingue de otros malvados, que hacen daño a los demás, pero no a sí mismos.

Yo no sé si esta empresa de Vallfagona de Ripollês es estúpida o si la han hecho cometer una estupidez. Lo cierto es que tras cursar el pedido, llega a mi casa un paquete con el abono solicitado y un sobre, que creía, ingenuamente, que sería la factura. Pero no. No venía la factura. El sobre contenía un folleto sobre el producto que está escrito totalmente en catalán. Y entonces caí en la cuenta: o los catalanes reaccionan a tiempo o se verán convertidos en una ruina cultural, moral y económica.

Está claro que a partir de ahora nunca más compraré a la empresa y haré lo posible porque otros tampoco lo hagan. ¿Saben por qué? Porque me he sentido vilipendiado, herido, humillado y despreciado. No sé si ha sido la empresa la que ha tomado esta decisión o si ha seguido las instrucciones de la Generalidad que preside un andaluz del PSOE, Montilla. Me da igual porque o uno se enfrenta a la estupidez o debe correr el riesgo de ser considerado estúpido.

¿O no es estúpido tratar a un cliente de este modo? Vamos a ver: cuando una empresa estadounidense, francesa, alemana, finlandesa e incluso china, coño, vende un producto, sus instrucciones suelen estar recogidas en todos los idiomas de sus posibles clientes: francés, inglés, español (que leen nada menos que casi 400 millones de personas más los que lo aprenden), árabe o lo que sea. Es lo natural y lo es por dos razones. Primera, porque estas empresas, que no son estúpidas, quieren que quienes compran su producto sepan en su idioma cuáles son las instrucciones de uso del mismo. De esa forma, el producto puede ser apreciado en toda su riqueza y se reducen las reclamaciones por un mal uso del mismo.

En segundo lugar, consiguen que el cliente se "fije", es decir, que se sienta respetado y bien tratado por la empresa que tiene la deferencia de expresarse en su lengua materna para comunicarse con él.

Pero, ¿cómo puede sentirse un andaluz de Jerez de la Frontera que no ha aprendido catalán porque las circunstancias de la vida no se lo han aconsejado, pero que tiene una lengua común con los dueños de esta empresa, si las instrucciones de uso de este abono le vienen explicadas sólo en catalán, como es el caso? Es que ni siquiera vienen en inglés, ni en francés ni en ninguna otra lengua. Sólo en catalán.

Primero, ¿cómo creen estos estúpidos señores, que me hacen daño a mí porque me impiden conocer lo que he comprado y cómo usarlo, y se hacen daño ellos mismos porque ya tienen un cliente menos y un enemigo más, que debe tratarse a los clientes de su empresa en un mercado abierto? ¿Es que acaso cuando un inglés o un canadiense, enterado de la existencia de su producto y lo compran, va a recibir sus instrucciones de uso sólo en catalán? ¿Es así como lo hacen? Pues permítanme que les diga que son completamente estúpidos, además, desde el punto de vista comercial y económico.

¿O es que, acaso, esta faena se la hacen sólo al público español no catalán y a los clientes de los demás países sí remiten el producto con las instrucciones en el idioma correspondiente? Esto sería una cabronada odiosa de unos nacionalistas baratos hacia la ciudadanía de habla española, que somos todos aunque les pese.

Por tanto, además de anunciar la ruina de Cataluña en un tiempo breve aunque impreciso, aprovecho este momento para anunciar que la empresa que me ha vendido el producto es estúpida por sí o por inducción de terceros y que jamás volveré a comprarles ningún producto, a menos que me pidan perdón y cambien su estúpida e infamante actitud.

Para que quede totalmente claro que no es un juego de palabras, compré el producto Vermicuc por internet a través de la entidad Ecofamilia, igualmente estúpida, número de pedido: 394 y fecha del pedido, domingo 7 marzo 2010. Y ruego a los lectores y a todos los españoles en general que dejen de comprar sus productos hasta que las instrucciones vengan, como es natural en todas las empresas del mundo, menos en las estúpidas que se rigen por el nacionalismo barato catalán, en el idioma del cliente.

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