Resaltaría el caso contrario, o sea, los antipáticos que van de simpáticos: José Luis Rodríguez Zetaparo; un individuo falso, hipócrita y sectario como la copa de un pino. Tipos así sólo pueden caerle bien a los que son como él.
Yo valoro muy poco la simpatía, que con demasiada frecuencia resulta ser poco más que una coartada y una tapadera de sinvergüenzas, incompetentes y estúpidos. No tiene por qué ser así, claro, pero repito que con mucha frecuencia lo es. En política, la simpatía me impresiona todavía menos. Ciertamente Aznar era y es un señor antipático, e incluso prepotente, pero qué me importa a mí eso si hace bien su trabajo.
Por cierto, has olvidado a la antipática Margaret Thatcher.
Es la primera vez que leo un artículo como éste, y te felicito por ello. Hace tiempo que pienso lo mismo.
No sigo mucho el futbol, pero sinceramente tenía la sensación de que Cristiano Ronaldo era un tipo simpático. La simpatía no deja de ser una servidumbre, una pose muchas veces pero , demonios, no le quitemos su valor que, a veces, realza, y mucho, cualquier empresa. A fin de cuentas la vida consiste en relacionarse con los demás y en conseguir cosas de ellos.