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Alberto Acereda

Noche en América

De eso vive la socialdemocracia: de crear ciudadanos dependientes y de minar poco a poco la libertad individual. De ahí lo de la noche de América transformada en pesadilla para el sueño americano.

Si la "mañana en América" de la que habló Ronald Reagan fue un período de liberalización económica y prosperidad para Estados Unidos, la aprobación hace unas horas de la ley de sanidad de Barack Obama marca la "noche en América". Esta ley es la encarnación del antiliberalismo más rampante y la prueba de que, por si alguno no se había enterado, la izquierda socialdemócrata llegó verdaderamente a la Casa Blanca con Obama. Porque la aprobación de esta ley (a falta de unos ajustes en el Senado y la firma presidencial esta semana) representa el modo de hacer política de un partido y de un presidente de espaldas a la voluntad del sujeto político de la nación, o sea de los ciudadanos.

La ley y su contenido, sin ser todo lo radical que Obama y los demócratas inicialmente pretendían, sigue siendo en sí un asalto a la libertad individual y una bofetada a la Constitución de Estados Unidos. Obliga a los estados y a los ciudadanos a contratar un seguro médico estipulado bajo las regulaciones federales de Washington y controlado por el Servicio de Impuestos Internos (IRS)... como si éste supiera algo de medicina. La ley falla tanto en sustancia como en los métodos usados y saca adelante de forma unilateral y sectaria un mamotreto legal de supuesta reforma que no hará sino deteriorar la economía norteamericana con más impuestos y peores servicios médicos. La ley socializa así un asunto individual que históricamente jamás estuvo antes en Estados Unidos en manos del Gobierno. Obama pone los regalitos de la ley ahora y guarda lo problemático para 2014, a fin de asegurarse la reelección.

La prueba de que la sanidad bajo control gubernamental es un oxímoron en esta tierra norteamericana se observa en los fallidos experimentos de "Medicare" y "Medicaid", ambos en números rojos. Lo mismo cabe decir de una "Seguridad Social" en total bancarrota y así también de cientos de programas federales impuestos por las diversas presidencias y congresos demócratas que sólo suponen más gasto, más impuestos y peores resultados. Pero de eso vive la socialdemocracia: de crear ciudadanos dependientes y de minar poco a poco la libertad individual. De ahí lo de la noche de América transformada en pesadilla para el sueño americano.

La aprobación final de esta horrenda ley se ha logrado gracias a los múltiples tratos tras las cortinas de los líderes demócratas, Nancy Pelosi, y aun del propio presidente Obama. Varios congresistas demócratas como Bart Stupak y una docena más de representantes, quienes hasta sólo unas horas antes de la votación prometían no apoyar esta ley alegando su personal posición a favor de la vida y contra el aborto, han probado el nulo valor de sus promesas haciendo reverencias a la disciplina de su partido y cediendo al chantaje presidencial de una efímera "orden ejecutiva" para no usar dinero público para abortos. Sólo con pasajeros trucos como este desde la Casa Blanca se ha podido aprobar esta ley que marca el inicio de una especie de eurosocialización de la sanidad en Estados Unidos. En la agenda de Obama se encuentra lo mismo para los asuntos educativos, energéticos y de inmigración.

Una media de las encuestas más fiables sobre esta ley muestra que sólo el 40% de los ciudadanos apoya esta legislación y que la mayoría de los norteamericanos la rechazan. En siete meses y medio, esos mismos ciudadanos tendremos la oportunidad de hablar en las urnas. Aunque falta por ver cómo termina el texto final de esta ley al deberse ahora "reconciliar" en el Senado, la única solución que la mayoritaria oposición popular y los políticos republicanos tienen ante sí es el rechazo total y legislativo de esta ley en los próximos años. Eso requerirá de una mayoría del Partido Republicano en el Congreso y a esa labor se han puesto ya manos a la obra sin dudarlo.

Obama, los demócratas y sus variados amigos mediáticos juzgan que este triunfo legislativo es un éxito político del presidente. Puede que lo sea a primera vista, pero el éxito es el de una política al estilo de Chicago. No hay sensación de éxito en el sentir ciudadano pues éste sigue sin ver con buenos ojos la intromisión del Gran Gobierno en un asunto tan personal y privado como la salud. El pueblo norteamericano, muchos de los estados y la oposición republicana buscarán a la larga rechazar esta ley y reponerla con otra auténtica reforma que no sea ni tan unipartidista ni tan abyecta como la ahora aprobada.

Eso no podrá ser hasta 2013 y siempre que Obama no salga reelegido y que los republicanos tengan supermayorías. Sólo así, de esta "noche en América" se podrá pasar a la "mañana en América" de la que habló Reagan. El problema es que Reagan ya no está y Obama se encuentra decidido a hacer trizas la América constitucional. De momento, ya ha dado un paso y será difícil echar abajo una ley que tiene de histórica el ser la pesadilla del sueño americano.

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