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Maite Nolla

La rebelión del embudo

El margen de rebelión que tiene la Comunidad de Madrid es limitado. Es poco probable que Esperanza Aguirre se vuelva nacionalista y decida revisar las relaciones y el encaje de Madrid con el resto de España.

Si alguien no está para llamar antidemócrata a los demás es el presidente del Gobierno. Zapatero, después de su inicio más o menos moderado –Aznar buscaba su Sagasta, que escribió Federico–, decidió que la mejor forma de echar a la derecha del poder era excluirla socialmente. Así que se apuntó a todo tipo de manifestaciones: la guerra, los rectores o el Prestige, por poner algunos ejemplos. Eso sí, sin distinguir entre violentas o no. Por ejemplo, ante la sede del PP en Lérida se vertió estiércol y en Reus han tardado años en poder alquilar algo que les sirva de sede. Zapatero pancartero, que dijo Aznar. Ser dirigente, militante o simplemente votante del PP en las municipales y en las autonómicas de 2003 no era un problema: era un riesgo. Por no hablar de lo que pasó en marzo de 2004. 

El margen de rebelión que tiene la Comunidad de Madrid es limitado. Es poco probable que Esperanza Aguirre se vuelva nacionalista y decida revisar las relaciones y el encaje de Madrid con el resto de España, como hacen todos los días los partidos nacionalistas. Por eso, creo que no se puede criticar tan duramente por lo del IVA a Esperanza Aguirre cuando nos llevamos de rezos a Duran i Lleida, líder de un partido que permanentemente nos amenaza a todos con romper la baraja por el estatuto y su sentencia. Y cuando no es por el estatuto, es por la financiación autonómica. Y cuando no, por la lengua. Y cuando no es la lengua, es la educación. Y si no, los impuestos especiales. Y si no, las infraestructuras. Y si no, las selecciones deportivas. Y si no, la financiación ilegal de los partidos a través de informes falsos sobre la perdiz chocha, o ¿esto último no lo piden? Perdón, que me he dejado llevar. 

El caso es que además de las críticas, digamos, gruesas a Esperanza Aguirre, hay alguna incluso simpática, como la que pretende vincular la campaña contra el IVA al ascenso de UPyD en la Comunidad de Madrid. Crítica simpática y poco atinada, todo sea dicho. Si alguien no tiene miedo a Rosa Díez es Esperanza Aguirre, porque ella sí tiene un discurso liberal y constitucional. Lo tiene peor Tomás Gómez, creo. Otros como Gallardón, Alicia Sánchez-Camacho o el mismo Rajoy sí deben tener miedo a UPyD; y si no acuérdense del tercio largo de votos que perdió el PP en el País Vasco por prescindir de María San Gil. El problema del PP con Rosa Díez no está ni en el aborto ni en acusarla de tener un chiringuito –que para chiringuito el PP de Cataluña, por ejemplo. El problema lo tienen cuando gastan lo que no deberían, como Gallardón, o cuando se ofrecen a cambio de nada al nacionalismo, como la señora Camacho. Entonces sí. 

Esperanza Aguirre ha conseguido que se hable de la subida del IVA y que los ciudadanos se enteren, que supongo que es lo que quería. No me la imagino echando estiércol en la sede del PSOE en Ferraz, la verdad. Por eso, recomiendo a unos que se dediquen a seguir redactando editoriales conjuntos, a ver si les dan el Planeta a la mejor novela de ficción, y a otros que no se pasen de frenada.

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