Nos informa Pablo Montesinos de que en el PP manejan sondeos que les dan muy buenos resultados para las autonómicas y municipales de 2011. Esperan victorias en Cantabria, Baleares y Castilla-La Mancha. Incluso creen que pueden ganar un año más tarde en Andalucía, después de haberse hecho con todas las alcaldías de sus capitales de provincia, incluida Sevilla.
Estas encuestas parecen realistas cuando el Gobierno del PSOE está más desgastado que las suelas de las deportivas con las que Trujillo aconsejaba a los jóvenes calzarse para buscar piso. La impotencia, la inconsistencia y la trivialidad de una Salgado o de una Aído son suficientes para explicarlas.
Creen en el PP que ganar las municipales y autonómicas de 2011 es el indispensable paso previo para vencer en las generales de 2012. Lo será. Pero no son garantía de una victoria ulterior. Olvidan que en 2007 ganaron esas mismas municipales y autonómicas y luego perdieron las generales de 2008. ¿Qué piensan que hay de diferente ahora respecto a hace dos años? Pues piensan lo que les dice Arriola. Y Arriola les dice lo que Franco a sus ministros, que no se metan en política, que es mejor no comprometerse y que ese fue el error en 2008, que se distinguieron demasiado. Eso movilizó al electorado de extrema izquierda, que, acostumbrado a quedarse en casa o a votar a partidos marginales, decidió apoyar al PSOE para que no ganara ese PP que tanto se había significado. Ahora, el vate de Génova sugiere agazaparse y no hacer ruido para no despertar a la progresía más encarnada. Y demuestra lo acertado que está con lo propicio que se muestran los hígados de las ocas ahora que en Génova siguen sus consejos.
Es un espejismo. No discuto que el PP vaya a ganar las municipales y autonómicas de 2011, aunque no creo que Arenas esté a un paso de conquistar Andalucía. Pero, aunque fuera así, lo que arrojan los sondeos no es más que la lógica consecuencia del hartazgo de los españoles con nuestra clase política. Ahítos como estamos de todos ellos, no es de extrañar que el peor parado sea el Gobierno. No obstante, eso no quiere decir que una mayoría ansíe saludar con albricias la llegada de Rajoy a la Moncloa. Es probable que una izquierda, por desencanto con Zapatero, se abstenga. Pero eso no excluye que parte de la derecha también lo haga por la convicción de que el PP no cambiará nada. Una convicción basada en el hecho incontrovertible de que Rajoy no ha prometido reformar nada, ni siquiera lo que le parece mal.
El problema estriba en que si está siendo letal para el país esta segunda legislatura de Zapatero, una tercera sería tanto como inmolar lo poco que de nosotros entonces quede. Y tras ganar las gallegas y europeas, no hay otra alternativa que Rajoy. De forma que no nos podemos permitir que él y su augur se equivoquen. Creo que yerran. Que lo que tendría que hacer Rajoy es levantar una bandera hecha de principios liberal-conservadores que la mayoría pudiéramos seguir. Pero la cuestión es que, por malo que sea, y a veces parece serlo mucho, no puede ser peor que Zapatero. De modo que a todos nos conviene que gane en 2012. Esperemos que no se equivoquen y que estos sondeos que Arriola les ha cocinado no sean un espejismo. Esperémoslo, pero de momento yo no apostaría.