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Agapito Maestre

"Ideología de género"

Ustedes, empezando por el presidente del Gobierno, han impuesto un estilo fácil de comprender para cualquiera: aquí no se discute. Ni se razona. Aquí se acepta lo que dice el Gobierno o uno se condena a vivir estigmatizado.

Bibiana Aído, ministra de Igualdad, ha insistido en que es menester seguir adoctrinando por tierra, mar y aire a los españoles en la famosa "ideología de género". Muchos se han reído de sus palabras, pero en el fondo han tragado con la mitología de fondo. Otros, aún más inconscientes, no le han prestado atención a la señora ministra. Hacen mal, porque el problema planteado es más que una ocurrencia volandera. Pone en evidencia cosas importantes, por ejemplo, que los estudios sobre la igualdad, género y tradición feminista ya están integrados en la Universidad; en segundo lugar, las palabras de esta ministra "ridiculiza" la lucha de millones de mujeres y, sobre todo, la historia de un inmenso movimiento social queda reducido a cuatro estupideces por la terrible manipulación que hace esta señora. El inmenso saber desarrollado en el siglo XX en torno al movimiento feminista es degradado, o peor, sometido a escarnio en la burda manipulación que hace Bibiana Aído.

La manipulación de esa doctrina tiene para esta ministra el mismo objetivo que el desplegado por su jefe de Gobierno: la negación de la política. Negar, sí, la política en su ámbito más sencillo: el diálogo, la conversación, el debate e, incluso, la confrontación a cara de perro para alcanzar algún acuerdo o consenso que, más pronto que tarde, tendrá que ponerse de nuevo en cuestión. Eso es la política: convivencia e intercambio permanente de ideas, discursos y acciones. O sea, lo contrario de lo que hace Zapatero y su Gobierno. Cualquier cosa es pasable para esta gente, excepto el contraste y la matización de las ideas del otro. He ahí la circunstancia, precisa y trágica, en que debemos analizar las palabras de la ministra de un ministerio tan prescindible como de nombre lamentable. 

No voy, pues, a callarme ante la inmundicia soltada por la señora Aído en el Senado. Eso es lo que ella desearía. A las 24 horas se desdice de lo mantenido. Parece que se vuelve atrás de sus declaraciones. Me da igual. O mejor, es lo propio de políticos totalitarios, sí, de gentes que niegan la política: la posibilidad del juicio político. Hoy, en efecto, dicen una cosa y, mañana, la contraria. No esperan nada del razonamiento entre iguales para alcanzar un bien en común. Los socialistas de Zapatero están acostumbrados, precisamente, a no razonar. Ellos sólo imponen, especialmente en cuestiones de costumbres sociales e "ideas".

Pero no seré yo quien me calle por esta falsa rectificación de Bibia Aído. Hablaré, protestaré y, naturalmente, diré lo que todo el mundo piensa. Primero, no respetaré la patraña de la "ideología de género", porque yo sólo respeto a las personas, pero no lo que ellas dicen. Segundo, porque la "ideología de género" es un eslogan, una consigna, que niega, precisamente, el juicio político, la posibilidad de la propia política, es decir, llegar a acuerdos después de un razonamiento. Tercero, el rollo de la "ideología de género" no es presentado por este Gobierno para ser discutido sino para ser impuesto. Y, en fin, porque Zapatero y Aído, junto a todo este Gabinete, sólo tienen una pretensión: imponer la "ideología de género" a través de un proceso de adoctrinamiento, que está en las antípodas de cualquier pretensión de la política. Del necesario juicio político que requiere toda sociedad libre. Democrática.

Hay, sobre todo, un aspecto de toda esta basura ideológica que me resulta insoportable, a saber, tratan de eliminar de la política cualquier posibilidad de juicio moral, por ejemplo, el uso de las palabras bueno y malo es cada vez más raro. Es como si quisieran borrar de raíz esos términos. No digamos nada de utilizar los comparativos, por ejemplo, "esto es mejor que aquello" o, por el contrario, "esto es peor que otra cosa". Para esta gente todo es equiparable. El relativismo ridículo, o peor, salvaje, es dominante en la incultura socialista. La "ideología de género" no es una doctrina discutible para los socialistas, sino que se lanza al mercado de la plebe para que sea aceptada o rechazada sin razones. El objetivo último con la "ideología de género" –cosa parecida podría decirse de la negación de la crisis económica o, por el contrario, de la afirmación de que ya hemos salido de esa misma crisis– es privar a la ciudadanía del juicio político. De la discusión política.

Pues bien, señores socialistas, eso es totalitarismo. Negación de la política. Ustedes, empezando por el presidente del Gobierno, han impuesto un estilo fácil de comprender para cualquiera: aquí no se discute. Ni se razona. Aquí se acepta lo que dice el Gobierno o uno se condena a vivir estigmatizado. Ni Zapatero ni Aído saben qué es una idea, pero ellos alardean de su ignorancia. Y, por eso, promocionan la "ideología de género". Una falsedad. Les da igual todo. Es el estilo impuesto por el jefe. Un buen amigo de los socialistas, José García Abad, en su libro El Maquiavelo de León, llega a decir con razones serias y contundentes que Zapatero "no escucha a nadie"... Todo lo decide él solo o con un pequeño grupito. Jordi Sevilla, un ex ministro de Zapatero, va más lejos y dice que Zapatero no se fía ni de su mujer. ¡Cómo para promocionar la política!

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