Me dicen, Mari Tere, que caes en desgracia,
que el Presi no te habla, que pasa ya de ti.
Que ya no necesita tu sólida eficacia.
Que ya con él no hay química. Las cosas son así.
Que cuando te lo cruzas, Teresa, no lo miras,
que cumples tus funciones tragándote el dolor,
que atiendes a la prensa, que largas tus mentiras
y pones tus sonrisas cociéndote en rencor.
Tú te has sacrificado por él y por el PSOE,
y ahora –me comentan– ya no eres su sostén.
Un día, de improviso, dará tu cese el BOE,
y, nada, adiós muy buenas. Qué ingrato, ¿te das cuen?
Los hombres, Mari Tere, incluso los de izquierda,
son ruines y egoístas, y van a lo que van.
Así que les da el punto, te mandan a la mierda,
te dejan hecha polvo... y todo en ese plan.
Con todos tus desvelos, con todo lo que has dado,
con tantos sapos suyos que te has tragado tú,
no entiendes la voz cálida con que habla a la Salgado
y que contigo a solas no diga ya ni mu.
Tal vez las cosas cambien y vuelvan los momentos
de progre zarabanda de sueños a gogó.
Tal vez vuelvan los días de fábulas y cuentos...
Tal vez. Pero me temo que todo se acabó.