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Salvador Ulayar

Pintura irónica de una impostura

Lloremos a las víctimas del terrorismo, pero sin adjudicarles mucha significación política nacional que estorbe el trato con la querida antiespaña. ¿Cómo podemos pensar que las mataron por matar la Nación, si eso es un invento de conspicuos franquistas?

El pasado 11 de marzo, Día europeo de las víctimas del terrorismoy aniversario de la masacre de los trenes de 2004, se celebraron actos oficiales con el loable propósito de recordar a las víctimas. Concurrieron representantes de los diversos partidos políticos, pertrechados de admirables expresiones hacia los muertos y heridos, de palabras forjadas en la apariencia de una catarsis... ¿estatal, será?

En el Congreso de los Diputados su presidente anunció el 27 de junio, aniversario del primer asesinato de la ETA, como día supongo que también estatal –evitemos la ofensa al separatismo– de las víctimas del terrorismo separatista y de toda laya; por cierto, matadas contra España, objetivo casualmente compartido con los separatistas, jaté tú. Insignificancias. Además don José Bono pronunció, de entre el montón que llevaba escritas, unas palabras que podrían ser el epítome de las profusamente derramadas durante esa jornada por la oficialidad. Palabras de ese género catárquico aparencial arriba referido. Decía así José Bono: "A partir de 2010 habrá un día, el 27 de junio, en el que este hemiciclo no va a ser campo de confrontación, ese día todos los años nos reuniremos no para competir, sino para compartir el recuerdo, el dolor y el respeto". Afortunadísimo juego de palabras: competir y compartir, ¿ein? Compartir España y la antiespaña, el dolor por la matanza contra la propia España. ¿No resulta admirable?

Todo indica que, si no se tuercen las cosas, ni cada 27 de junio ni nunca se van a producir disputas sobre cuestiones accesorias, que dividen a las fuerzas parlamentarias en el caserón de la Carrera de San Jerónimo. Reconforta saber que no se organizarán justas en las que Zapatero, Rajoy y demás hidalgos se enfrenten por cuestiones de detalle, verbigracia, no se verán en el brete de retirar el acuerdo de mayo de 2005 por el que esa asamblea, custodio de la soberanía popular, autoriza al Gobierno del mendaz ZP a negociar con la sangre de las víctimas, tan sentida y sinceramente evocadas por nuestros políticos, oyes. No sean las víctimas y su dignidad –la de la Nación–, un obstáculo para la pax partidaria. Siga intacto e irrevocable aquel permiso de nuestros congresistas, ornato de las más altas cotas de la (in)decencia pública. Permanezca el plácet de nuestros representantes al negocio con los del matarife ungulado Ternera. Paste pues el cuadrúpedo negociador, localizado, suelto y muy a su sabor, amiguitos peperos y mudísimas asociaciones de víctimas, tan majas ellas sin meterse en políticas. No como otros. Al cabo, Ternera puede que simplemente comenzara eructando durante la comida en una herriko taberna y mira, que la pura inercia le empujó a matar españoles al por mayor. Téngase en cuenta que aquellas ekintzas, ayer y hoy, valen una silla en la negociación y la impunidad, cimientos preciosos del salutífero acuerdo que se hornea con la ETA, pues que ZP sigue en ello como siempre, muy Bermejo, según convenga a la jugada. A qué romper relaciones por un quítame allá esos muertos. ¿No es estupendo que a tan noble tarea ayuden los prudentes, y no por ello poco arrojados, silencios peperos, casqueros, porteros y demás?

Se me arrebata el rostro por la emoción. ¡Oh, generosidad! ¡Oh, admirable coincidencia entre Gobierno, partidos y colectivos! ¡Ansiada unidad de los demócratas! La tranquilidad parlamentaria bien merece la distracción de algunos asuntos menores en el debate. ¡Cómo no arrumbar la idea de Justicia para tantas víctimas del 11-M que reclaman reabrir sumario! El favor que las tenidas cívico políticas como la del Congreso de los Diputados hacen al arreglo, es un bien de todo punto superior a la mismísima Justicia. Grandes dudas sobre el explosivo, qué más dará. Que si componentes del Tytadine, que si la autoría intelectual, que si perjuros... Nada, ¡gastemos las bromas de Buenafuente! Las hace muy bien, lejos él por suerte de haber sido rozado por la zarpa. No como quien suscribe, que de cerca que la vio, se le atoraron algunos chistes en la garganta por mucho tiempo. Incomprensible limitación de mi mejorable persona, querido Andreu.

Comprenda el lector que un cómico no puede hacerse cargo de esas minucias de las pruebas, el arma del crimen y tantos detalles insignificantes para la justicia y la reparación debida. Esos objetos de broma que total, como mucho muchísimo, pueden ayudar al esclarecimiento de los hechos. Además, que ya no "queremos saber" demasiado. No es preciso. ¿Pues no hay quien ha enterrado a los suyos y de muy buena gana se conforma con saber que el culpable es Aznar? Pues andando.

En fin, lloremos a las víctimas del terrorismo, pero sin adjudicarles mucha significación política nacional que estorbe el trato con la querida antiespaña. Además, ¿cómo podemos pensar que las mataron por matar la Nación, si eso es un invento de conspicuos franquistas llamados Isabel y Fernando? Construyamos bonitamente sobre la sangre de las víctimas cosa distinta a España, que amenaza ruina y escombro mientras la nueva no termina de salirnos. Aún siendo un follón, es mucho mejor que hacer justicia política a las víctimas de una nación, al cabo, discutida y discutible. ¿Que muchas de ellas además se jugaron la libertad y la vida por la nación española de ciudadanos libres? Se siente, que alguien les hubiese avisado a tiempo. A cambio, avancemos en este vergonzoso desbarajuste que representamos en nuestro emporcado patio de vecindad.

(A Gabriel Moris, con cariño).

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