En los años setenta españoles, alrededor de las dos amnistías, edad dorada para los delincuentes quizás sólo comparable con la actual, si pillaban a un patibulario cercenándole el gaznate a una vieja burguesa en un callejón oscuro se decía que la culpa de aquello la tenía "la sociedad". O sea, la culpa no la tenía el probo patibulario, sino usted, yo, zutano y perengano. La responsabilidad de lo del gaznate cercenado era de ninguno y de todos. Era un tiempo apasionante en que los ojos golpeaban inopinadamente en los puños y los cuerpos se venían solos a las bocas de las pistolas. Justamente como ahora, cuando Rosa Díez ha ido a empotrarse salvajemente contra la inocente facultad de Ciencias Políticas de la Autónoma de Barcelona, faltando al respeto a los insultos y agrediendo con su presencia el legítimo lenguaje corporal de los estudiantes, que querían pegarle y hasta simular que le disparaban.
Pero ahora se ha introducido, además, una novedad con respecto a aquel discurso quinqui de valores dominante de allá por los setenta: "la sociedad" ya no sólo tiene la culpa de los crímenes de los delincuentes, es decir, y por echar mano del ejemplo anterior, de que la vieja burguesa no saliera viva del callejón oscuro donde nadie le mandaba meterse, sino que la sociedad también es responsable de no haber querido resucitarla. No otra cosa es la campaña "estosololoarreglamosentretodos.org", especie de mesa petitoria de ilustrísimos desahogados aguardando a futuros favores y abrigos del Gobierno socialista. La culpa de que España esté como esté no es del presidente del Gobierno, sino de "la sociedad". La cual sociedad –o sea, todos menos el presidente del Gobierno– es responsable además de no estar riéndose ante la desgracia todo lo que se supone que tiene que reírse. En lo que han acabado los abogados caros Roca Junyent o el Walker más conocido en España después del de la botella como promotores de la idea. "España no tiene derecho al pesimismo", ha dicho el resbaladizo don Antonio Garrigues ante el cuerpo insepulto del país.
TVE ha suspendido por fin la emisión de esa campaña, que no es que salve a Zapatero, como se ha dicho, sino que nos inculpa directamente a todos los demás, pero mientras lo hace miente en la mayor: quien la organiza "no tiene ánimo de lucro". No tiene ánimo de otra cosa. A ver de cuándo acá, si fuese por cualquier otro motivo, iban a figurar ahí soltando cosas reptantes por su movediza boca todos esos cristobitas, saltimbanquis y funambulistas de toda época y condición que, como diría uno de mi tierra, son unos conocidos fenómenos públicos y privados tanto en el ámbito cultural como deportivo. Esto no lo debe arreglar el presidente del Gobierno, ese cuerpo santo, porque los delincuentes que no quieren somos siempre los otros.
José Antonio Martínez-Abarca
"Entre todos" menos uno
La culpa de que España esté como esté no es del presidente del Gobierno, sino de "la sociedad". "España no tiene derecho al pesimismo", ha dicho el resbaladizo don Antonio Garrigues ante el cuerpo insepulto del país.
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