Reconoce no tener ni idea de qué es Google, pero aún así lo ataca. De hecho, con la excusa del buscador, critica a todo internet y defiende que se recorte su libertad. Antonio Gala es un escritor que muestra una imagen de señor refinado y culto por la vida con la que trata de esconder un fondo de irracionalidad demasiado dominante en el pensamiento que muestra en sus escritos y declaraciones. Son famosas algunas de sus salidas de tono antisemitas. El supuestamente delicado literato ha llegado a tratar de culpar de uno de los peores crímenes contra la humanidad a sus propias víctimas. Lo hizo en una entrevista al decir: "Las marginaciones que engendran colectivos acaban desembocando en holocaustos. ¿Qué les pasa a los judíos? Que se han metido en el gueto por propia voluntad y han hecho de la sangre su propia patria". Y no faltan artículos por él firmados en el mismo tono.
Ahora no ha llegado a ese nivel de ignominia. Tampoco ha alcanzado en esta ocasión el bajísimo nivel moral de un "Willy" Toledo que, repitiendo las mentiras del régimen castrista, insultó al heroico Orlando Zapata Tamayo llamándole "delincuente común" tras morir como resultado de una huelga de hambre y las torturas a las que le sometieron sus carceleros de la dictadura cubana. Sin embargo, sí ha mostrado una vez más un alto nivel de irracionalidad y un franco rechazo a la libertad.
Presume Gala de su más absoluto analfabetismo digital –motivo por el cual, suponemos, no llegará a leer este artículo– pero aún así pontifica sobre Google e internet. Su absoluto desconocimiento no le impide definir al buscador como "una especie de Alí Babá que roba a muchos más de 40 ladrones, de modo creciente y con trato distinto, según le venga en gana". Es libre de decir esta tontería y las que quiera, pero al menos podría no pretender restar la libertad a los demás. Justo lo contrario de lo que hace. Pretende que como, a su parecer, las leyes "no abarcan la realidad total", estas han de crecer y "ordenarla íntegra". No acepta el escritor espacio alguno no regulado desde el Estado.
Admite que no le interesan en absoluto ni Google ni "los tiempos" (la modernidad), pero exige que como él tiene dicho desinterés "reaccionen obligatoriamente la Hacienda y el Legislador". Se suele decir que la ignorancia es atrevida. La de Gala lo es en grado sumo, además de prepotente y con ansias dictatoriales. ¿Le gustaría a él que aquellos a los que no nos interesa su obra exigiéramos que se impusieran por ley normas a su escritura y se le machacara a impuestos? Suponemos que no.
Quédese Antonio Gala con su ignorancia y prepotencia. Otros preferimos la libertad.